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Amando de Miguel

Socialismo y lenguaje

La bandera nacional está presente en muchos actos del PP y de asociaciones conservadoras, pero es raro que figure en "eventos" organizados por la izquierda. Es un caso de estulticia por parte de la izquierda que no tiene fundamento.

Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel) me remite una carta que un grupo de judíos, cristianos y laicos han dirigido a José Blanco, secretario de Organización del PSOE. La carta es una dolida protesta por la decisión de la alcaldesa socialista de Ciempozuelos (Madrid) de rechazar la conmemoración mundial del Holocausto (27 de enero). Añado que es una demostración más del carácter fascistoide del actual PSOE. ¿Pues no se le ocurre otro lema que "Nuevos Tiempos" para la campaña electoral? Es una clara reminiscencia de "Nuevo Orden", "Fuerza Nueva" y otras expresiones fascistas del mismo cuño. Lo más curioso es que a los actuales dirigentes socialistas se les llena la boca con lo de "fascistas", "fachas", o "facherío" para tildar a los del PP. Nada hay más opuesto al fascismo que el liberalismo de muchos dirigentes del PP. En cambio, cuánto recuerda el fascismo muchas de las formas que adopta el actual socialismo, empezando por la moda de las camisas negras.

Ander Ibaieta García me remite unas declaraciones de José Blanco, el secretario de Organización del PSOE. Se resume en esta frase no ya lapidaria sino broncínea: "Acudo a los programas para que se me entreviste, pero no admito preguntas de los contertulios". Es toda una declaración de principios de un personaje al que no se le cae de la boca la palabra "diálogo".

Carlos (seudónimo porque "me estoy volviendo precavido ante el deterioro de esta democracia") registra muy bien "el método de distracción utilizado por el Gobierno [...]. Cada día aparece una noticia que atrae la atención de la gente y hace olvidar cosas importantes)". Esta es una muestra:

a) El vino es peligroso para la salud, según el Ministerio de Sanidad.
b) Se nombra a una persona ministro de Justicia, sabiendo que causará gran conmoción.
c) Los coches deberán llevar las luces encendidas durante el día.
d) Los todo-terreno no podrán circular por los sitios para los que han sido fabricados.
e) Un jugador del FC Barcelona se mete en política, defendiendo a terroristas.

José María Navia-Osorio comenta que "esa tontería de que la derecha se apropia de los símbolos nacionales [...] la empecé a oír en la Transición. Tiene una solución muy fácil: bastaría con que la izquierda también los usara". En efecto, la bandera nacional está presente en muchos actos del PP y de asociaciones conservadoras, pero es raro que figure en "eventos" organizados por la izquierda. Es un caso de estulticia por parte de la izquierda que no tiene fundamento. La bandera española se exhibe en las competiciones deportivas, se coloca en el hastial de una casa en construcción cuando se cubre aguas. Son hermosas tradiciones que ojalá se amplíen a otras muchas situaciones. Resulta aterrador que el Gobierno organice una manifestación (a través de sus sindicatos verticales) y solo aparezcan unas pocas banderas... republicanas. En los mítines de los partidos que no son el PP se produce el mismo gélido vacío de símbolos nacionales. ¡Qué desgracia de país el nuestro!

El concurso sobre los epítetos aplicables al actual presidente del Gobierno mantiene entusiasmados a los libertarios. Agustín Fuentes propone un adjetivo inglés: cobbler (= zapatero remendón, chapucero, persona vil y baja). Añado que ese sentido despectivo que se aplica al oficio de zapatero es común a varios idiomas.

Juan Díaz y López-Canti se apunta otra vez al concurso de calificativos. En su día sugirió rábula y ahora adelanta nefario. El DRAE lo define así: "sumamente malvado, impío o indigno de trato humano". A don Juan le suena muy bien: "el nefario que nos desgobierna".

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