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Amando de Miguel

Soliloquios compartidos

El público ha estado muy interesado y se han llevado algunos libros firmados de recuerdo, con el aviso de que algún día, después de que haya yo fenecido, valdrán más. Pero la parte negativa es que a esas presentaciones han acudido muy pocos jóvenes.

Poco a poco esta seccioncilla se está transformando. De las consultas gramaticales hemos pasado paulatinamente a un intercambio de soliloquios en los que el contenido interesa más que la forma. Digamos que la ortografía cede paso a la "ortología". Quizá sea una reacción ante la cascada de conversaciones cotidianas que se centran con monotonía en las tres <efes>: fiesta, finanzas y fútbol. En inglés lo dicen de forma más directa, también con las tres <efes>, pero con sentido algo distinto: "food, fun, fuck". Es un juego de palabras para indicar que en las conversaciones cotidianas predominan los contenidos intrascendentes, por no decir estúpidos. Por cierto, Virgilio Oñate me envía un documentado artículo para reivindicar el género de la conversación cara a cara, ahora que menudean todos los tipos de comunicaciones informáticas. Estoy de acuerdo. La mayor parte de los SMS no merecen una contestación del mismo estilo. Lo grave es que, cuando nos vemos cara a cara, muchas veces lo hacemos sin mirarnos a los ojos, concedemos un tiempo tasado y también nos deslizamos por los tópicos de las tres <efes>. Bueno, hay más <efes>, pero siempre confluyen en lo insustancial de la conversación. Por eso me llena de satisfacción recibir muchos correos de los libertarios, porque están llenos de sentido común, de preocupaciones que me hacen pensar. Esa es la clave de las tertulias que vemos o escuchamos (ya no se dice "oímos"), de los artículos o libros que leemos. Su interés real está en que nos hagan pensar. De otras forma discurriremos una vez más por el camino trillado de las tres <efes>. Y que no se me redarguya con el manido argumento de que el fútbol, la gastronomía, la diversión o el dinero son asuntos serios. Podrían serlo, pero normalmente se traen a cuento porque da pereza pensar. Sobre todo el fútbol, tal como se estila, es una forma de embrutecimiento del pueblo.

Algunos libertarios me dan cuenta de lo que les ha hecho pensar la lectura de mis Memorias. Dios los bendiga o Dios les bendiga. Por ejemplo, Agustín Fuentes me envía sobre el particular un comentario de una docena de folios. Viene a concluir que muchas de las apreciaciones que yo hago en mis Memorias las ha vivido él de forma parecida. Corrobora incluso el detalle de que los miopes son detallistas en sus observaciones morales.

Con las apreciaciones que hace José María Navia-Osorio (de los Navia-Osorio de toda la vida) bien se podría componer un palimpsesto, que fuera como un testamento para las nuevas generaciones. Por cierto, no sé si he dicho que hemos presentado el libro de las Memorias en una decena de ciudades. El público ha estado muy interesado y se han llevado algunos libros firmados de recuerdo, con el aviso de que algún día, después de que haya yo fenecido, valdrán más. Pero la parte negativa de ese experimento es que a esas presentaciones han acudido muy pocos jóvenes. Y eso que algunas de ellas las hemos hecho en centros universitarios. Eso es para mí un misterio y un escándalo. Otro día sigo con mis soliloquios "ortológicos".

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