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Amando de Miguel

Tamaño apaisado

El cine, y luego la televisión y los ordenadores, nos han obligado a ver el mundo en tamaño apaisado. Los ojos se acostumbran a que el rectángulo de observación sea más ancho que alto. Es una convención como otra cualquiera. Puede ser cómoda si se mantiene la costumbre. El problema surge cuando ese mismo formato se emplea para leer un texto. Ahí sí que el ojo protesta. Los textos de forma apaisada se leen peor que los que se disponen por columnas, como en los periódicos o los libros. La moda actual de los textos apaisados es una extravagancia dañina.

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