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Amando de Miguel

Vamos con la ortografía

No es la misión de esta seccioncilla constituirse en una especie de manual ortográfico. Me remito a la Real Academia, especialmente a las últimas instrucciones (publicadas en Espasa), sabias y comprensivas. La ortografía no está para martirizar a los escolantes (me gusta más que escolares), sino para que nos demos cuenta de que el idioma es una estructura, un sistema. De todas formas, atenderé a algunas consultas sobre el particular, en el bien entendido de que soy un doctrino más que un doctrinario.
 
Manuel Sáez Arriaga critica el uso de “heurística” con hache cuando procede del verbo griego eurisko (= descubrir, encontrar). Tiene razón. Lo que sé también es que esa hache se metió en el español hace mucho tiempo, sin que sea achacable la invasión a una reciente influencia del inglés. Así pues, con el diccionario y los textos científicos en la mano, “heurístico” será así por mucho tiempo. No siempre la razón etimológica es toda la razón.
 
Roque Hernández Durán me insiste en que debe escribirse “Internet” (con mayúscula y sin artículo) y no “la internet” como yo propongo. Reconozco que yo voy contra corriente y mi corresponsal recoge el uso establecido. Él dice que se debe emplear, con mayúscula y sin artículo, de la misma forma que los nombres propios de países o regiones. Alto ahí. No siempre es así. A mí me gusta mucho decir la Argentina, el Japón o la India; reconozco que en contra de lo que ahora se estila. Pero, al menos, todo el mundo admite “la Mancha”. Los gaditanos dicen “El Puerto” por el de Santa María (para ellos no puede haber otro, aunque dicen también “Puerto Real”, que está al lado). Sea como fuere, la internet es un sustantivo, no una institución o una región. También decíamos Radio y Televisión, y ahora apeamos las mayúsculas; todavía subsiste en Prensa, pero por poco tiempo.
 
José María Picallo Bua abre la vieja polémica de si debemos decir Latinoamérica, Hispanoamérica, Iberoamérica o qué. América es el continente (que podía haber sido Colombia o Culumbia si Colón no hubiera sido tan cabezota). Los ciudadanos de los Estados Unidos se apropian bonitamente del todo; así ellos son “americanos”. En consecuencia el resto, del Río Grande para abajo, tiene que conformarse con un nombre parcial. Desde el Norte se dice Suramérica, aunque cada vez menos; es la denominación alemana. Hispanoamérica o Iberoamérica son los términos que prefieren los españoles, para indicar la parte del continente que habla español. Pero ¿qué hacemos con los de Haití, Belice, muchas Antillas, las Guayanas? ¿Y Brasil? Siempre se puede pensar que Hispania o Iberia incluían lo que luego fue Portugal. Total, que se han impuesto Latinoamérica o América Latina, aunque esas denominaciones no sean precisas. Los conquistadores españoles o los bandeirantes portugueses no tenían mucha conciencia de ser “latinos”. A los franceses les interesa mucho que se diga América Latina; así parece que ellos y los italianos también participan en la América no inglesa. Claro que la América Latina más propia sería Quebec. En fin, un pequeño lío. Dígase de cualquiera de las diversas formas; todos nos entendemos.
 

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