El diario "La Tercera", de Santiago está publicando –en capítulos semanales– un documentado reportaje sobre los grupos insurreccionales chilenos que perpetraron atentados extremistas hace poco más de una década. Lo importante de la publicación no es tanto el recuento histórico de lo ocurrido, sino las revelaciones de los propios protagonistas acerca de la autoría cubana de todo este proceso terrorista.
Todo comienza cuando en junio de 1974, Fidel Castro se reúne en La Habana con altos dirigentes del Partido Comunista chileno que hasta ese entonces no era partidario de la vía armada como sí lo había sido su aliado, el Partido Socialista. Según lo relatan asistentes a la reunión, Castro señaló que "el gran error del gobierno de Salvador Allende fue no contar con una fuerza militar que lo defendiera". Acto seguido propuso a sus interlocutores iniciar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias Cubanas un proceso de formación militar de jóvenes comunistas chilenos, quienes ingresarían en las escuelas de elite para graduarse como oficiales de carrera.
Era el primer paso dado para que el Partido Comunista chileno diera un gran viraje hacia la opción insurreccional que en los años ochenta se traduciría en la creación del grupo armado Frente Manuel Rodríguez, autor de numerosos y sangrientos atentados, entre ellos el que afectó al general Pinochet en 1986 y el asesinato del senador Jaime Guzmán en 1991.
Los lugares de entrenamiento fueron variados: la Escuela Interarmas general Antonio Maceo, la Base Pinar del Río, la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, la Base Punto Cero, y el Centro Militar La Cabaña, entre otros. Hacia fines de los setenta, a modo de entrenamiento, estos jóvenes comunistas chilenos fueron enviados a participar en la fase final de la insurrección sandinista en Nicaragua. Entre ellos se cuenta Raúl Pellegrín, alias "comandante José Miguel", quien fuera hasta su muerte en 1988 (mientras intentaba instalar una guerrilla rural en Chile) el jefe máximo del Frente Manuel Rodríguez y ciertamente a Juan Gutiérrez Fischmann, alias "el Chele", yerno de Raúl Castro, uno de los asesinos del senador Guzmán y actualmente prófugo de la justicia chilena.
Nos hallamos ante la revelación de antecedentes inéditos, muchas veces sospechados pero nunca admitidos oficialmente, de que tras la insurrección chilena no solo estaba el respaldo cubano sino la intervención personal, como impulsor, del propio Fidel Castro. Es una historia ciertamente silenciada por la izquierda chilena. Tanto por aquella, hoy marginal, que sigue apoyando el castrismo, como por aquella otra que tras un proceso de renovación ideológica hoy, como adherente a la socialdemocracia, ocupa cargos de importancia en el gobierno del Presidente Lagos. Unos y otros intentan ocultar su responsabilidad en un proceso que costó numerosas vidas.
Lo grave de todo esto, a la fecha, no es tan solo constatar aquella vieja autoría de Castro, sino que éste siga rodeado de un clima de impunidad donde sus actos criminales se le silencian en medio de una repudiable hipocresía internacional.
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