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Andrés Freire

Nuestros aliados

Revelador, francamente revelador lo de El Perejil. Hasta hace unos días, la estrategia española se basaba en la idea de que la política de defensa nacional carecía de sentido y era necesario sustituirla, no ya por alianzas internacionales, sino por organizaciones supranacionales. Los europeístas preferían el marco de la PESC, los atlantistas el de la OTAN. Y todos se congratulaban de haber convertido al ejército en una mezcla de ONG y patrulla policial para controlar nuestra inestable periferia. (Mejor dicho, la periferia de los alemanes).

El Perejil ha hecho estallar esos mitos. Durante la crisis, la Unión Europea se ha mostrado sin peso ni fuerza, como es su costumbre. La poderosa Europa existe únicamente en la imaginación de los eurócratas y los editorialistas de prensa. El resto sólo ve en el viejo continente ejércitos desvencijados y mercados inaccesibles, sin palos ni zanahorias que blandir. Y más cuando las voces europeas son disonantes, pues los estados con intereses en la zona los defienden por encima de la lealtad esperable entre miembros de la UE. Un alto funcionario del Consejo nos da la pista: “España ha preferido el aval de Estados Unidos, y no de la UE, porque no se fiaba de Francia”.

Lo que nos lleva a recordar que la enseñanza principal de la crisis es que, en lo que se refiere al estrecho, Estados Unidos tiene la última palabra. Ha sido desde su Secretaría de Estado desde donde se ha desactivado el conflicto entre dos aliados. Aliados a los que, por cierto, ha otorgado el mismo rango. Ha sido también en Estados Unidos donde han estado informados de todo desde el primer momento. De lo que iba a hacer España, por supuesto, pero también de lo que pretendía Marruecos.

Por ello, conviene vigilar de cerca el progresivo acercamiento entre nuestros vecinos del sur y los americanos. El año pasado, el Departamento de Comercio nombró a Marruecos Country of the Year por su desarrollo económico (?). La visita de Mohamed VI a Bush sentó las bases de un futuro acuerdo de libre comercio, el primero con un país africano. El acercamiento coincide con la presencia en la región de James Baker. El exsecretario de estado de Bush I, el hombre que dirigió la brutal lucha postelectoral que dio la presidencia a Bush II, ha inclinado la balanza a favor de Marruecos en su papel como enviado de la ONU al Sahara. De su compromiso con Marruecos también da cuenta el nombramiento de Margaret Tutweiler, una persona de su absoluta confianza, como embajadora en Rabat. (El acuerdo comercial antes mencionado lo impulsa Robert Zoellick Robert Zoellick, otro antiguo protegido suyo ). No es casual que una empresa americana empresa americana esté haciendo prospecciones petrolíferas en el Sahara Occidental. James Baker, es de todos sabido, sólo se mueve si le ponen un barril de petróleo por delante.

En conclusión, España está atrapada entre una Europa débil y dividida que ante cualquier conflicto levanta la bandera blanca y grita “apaciguaos y negociar” y unos Estados Unidos que defienden ante todo los intereses de Estados Unidos. En el momento de la verdad, no hay que dar por supuesto el apoyo de ninguno de ellos.

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