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Andrés Freire

Ronaldo y la prensa deportiva

La tarde en que surgió la gran noticia del verano, la de que Ronaldo estaba en negociaciones para fichar por el Real Madrid, me pilló escuchando la radio. Los locutores no podían ocultar su entusiasmo, “Ronaldo al Madrid, golpe de Florentino, ¡qué regalo para los aficionados!”. Aquella tarde había fútbol en el Bernabéu, y los periodistas acercaron sus micrófonos a los espectadores no para que éstos dieran su opinión, sino para que compartieran con el mundo su ilusión por el fichaje.

“¡Qué gran noticia lo de Ronaldo!, ¿no?”, le preguntaron a una señora que se acercaba al campo. Ésta, muy sensata, contestó que Morientes había hecho un gran mundial y que estaban todos muy ilusionados con Portillo. Así que le extrañaba el fichaje. El periodista, desconcertado, se acercó al siguiente viandante. ¿Su respuesta? “Ronaldo está muy cascado, y teniendo en casa lo que ya tenían, no había ninguna necesidad de ficharlo”. Los locutores, desolados, cortaron en esos momentos la conexión. Tenían que informar del entusiasmo de las masas, pero éstas, ingratas, no mostraban ninguno.

Soy de la opinión de que fue el diario Marca quien inició esta tendencia. Hace años, el periódico se dio cuenta de que su trabajo no pertenecía al ámbito de la información, sino al de la promoción. Por ello, abandonaron las obsoletas categorías de objetividad, rigor y verosimilitud, para dedicarse a la creación de estrellas deportivas y a la venta de espectáculos. Los futbolistas, para destacar, empezaron a necesitar de rasgos ajenos a su capacidad deportiva: simpatía, carisma, buena labia y aspecto, e incluso (la audiencia femenina es ahora importante) unas nalgas bien formadas.

Ronaldo es el más acabado ejemplo de construcción mediática de las multinacionales del deporte. El Marca se ha erigido en su guardián protector, e intenta que el producto Ronaldo siga posicionado como el de la gran estrella del fútbol mundial. Las primeras polémicas en las que se ha visto envuelto nos lo demuestran. Así, cuando el diario El País publicó que ”su peso era un misterio”, el Marca respondió asegurando que le sobraban sólo cuatro kilos. Leyendo la noticia, el lector deducía que más bien eran diez los kilos de más. Pero ello hubiera causado alarma social.

La respuesta de Ronaldo a esa disquisición sobre su peso fue la de largarse a pasar el fin de semana a Moscú. El Marca nos anunció que regresaba de allí, “como un tiro” tras haber estado descansando con unos amigos, entre los que mencionaba al tenista Kafelnikov. El diario As, por su parte, nos informó de que su guía en la capital rusa había sido un magnate de la siderurgia, y que la prensa moscovita los había localizado en varias conocidas discotecas...

En otro tiempo, en otra época, la información hubiera sido de este jaez: “Ronaldo responde a las críticas por su excesivo peso, yéndose a Moscú de juerga con un mafioso”. Otros tiempos, cuando se esperaba de un periodista que fuera un cínico mal pensado, no un vendedor de ilusiones y prendas deportivas.

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