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Andrés Freire

Un nuevo mapa de Oriente Medio

Parece cada vez más claro que la previsible guerra contra Irak tiene menos que ver con Sadam Husein que con el deseo de algunos de trazar un nuevo mapa en Oriente Medio. Un importante artículo en el diario israelí Haaretz Daily nos señala precisamente cómo puede ser este mapa. Un alto funcionario de Israel filtró al periodista Akiva Eldar lo que les había sido explicado en una sesión informativa dirigida por Richard Perle, presidente del Consejo de Política de Defensa de Estados Unidos y el más locuaz de los defensores de la guerra. El mapa que manejaba Perle rezaba así: Palestina era Israel, Jordania era Palestina e Irak pasaba a ser el Reino Hachemita.

Tal mapa explicaría muchas cosas. Por ejemplo, la presencia del príncipe jordano Hassam, tío del actual rey Abdullah, en la reunión que mantuvieron los exiliados irakíes en Londres. El príncipe, les recuerdo, era el sucesor in pectore de su hermano Hussein hasta que éste, poco antes de morir, en un golpe palaciego, nombrara heredero a su hijo. No es extraño que Hassam preste oídos a los cantos de sirena de quienes desde Washington le ofrecen un reino, un reino con petróleo.

La posibilidad de que Israel aproveche la coyuntura para anexionarse todo el territorio hoy considerado como palestino también había sido mencionada antes. Martin Van Creveld, el gran experto en estudios estratégicos (y ciudadano israelí), ya nos había advertido hace meses que los ataques de Ariel Sharon contra la autoridad palestina no nacían de su voluntad de acabar con el terrorismo, sino que eran explicables por la voluntad de Sharon de hacer realidad su viejo sueño: expulsar a la población palestina al otro lado del Jordán. El tumulto general que provocaría una guerra contra Irak en todo Oriente Medio, especialmente en Jordania y los territorios ocupados, propiciaría esta posibilidad.

Hay que reseñar que el plan mencionado lleva años circulando por ahí. Ya había sido sugerido en 1996, en un informe escrito para Benjamín Netanyahu por el propio Richard Perle junto a Douglas Feith (hoy número tres del Pentágono), en el que abogaban por la ruptura del plan de paz de Oslo, basado en el concepto de “paz por territorios”, y la necesidad de sustituirlo por el de “paz por medio de la fuerza” (peace through strength). Coinciden ahora en el poder en Tel Aviv y Washington elementos muy afines del partido Likud y de la facción neoconservadora del partido republicano. Y son gente demasiado audaz, demasiado decidida como para dejar pasar esta oportunidad de trazar un mapa a la medida de lo que ellos consideran los intereses conjuntos de Estados Unidos e Israel.

Nada de lo dicho aquí se le oculta a las cancillerías árabes. Por ello va a ser muy interesante observar su reacción en caso de guerra. La de Irak es una guerra telegrafiada, sus estrategias son discutidas en público, los medios de que disponen los occidentales así como su ubicación se pueden encontrar en Internet. Es decir, los líderes árabes han tenido ocasión para preparar contingencias y contrarréplicas. ¿Lo habrán hecho, o habrán estado estos meses discutiendo entre sí y procurando cada uno salvar su propio pellejo?

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