Las analogías históricas son necesarias, pero peligrosas. Cuando se habla, por ejemplo, de una posible "vietnamización" en el sur de América a raíz del impacto del llamado "Plan Colombia" se cometen varios errores, pero la metáfora es en parte acertada. Por un lado, cabe recordar que a diferencia de la actual guerrilla colombiana, el Frente de Liberación Nacional vietnamita y sus jefes en Vietnam del Norte llevaban adelante una lucha con sustancial contenido nacionalista, tenían un proyecto político (por abominable que fuese) y gozaban de un no subestimable nivel de apoyo popular. La guerrilla colombiana, por el contrario, si bien comenzó como un movimiento marxista-guevarista y proclamó inequívocos propósitos políticos, hoy día se ha transformado en una organización cuasi-criminal, con muy escaso apoyo popular, sin proyecto político excepto el de un descarnado y brutal gangsterismo revestido de un maoismo retórico, y contaminada a plenitud por su hermandad con el narcotráfico.
De modo pues que comparar al FLN vietnamita con la guerrilla colombiana es un serio error conceptual. Por otro lado, no obstante, existen ciertas similitudes en el estilo y contenidos del involucramiento de los Estados Unidos en la situación colombiana. Dejando de lado las ilusiones centrales de la "guerra contra las drogas", y la renuencia de Washington a enfrentar la realidad de su fracaso (en sus presentes términos), la creciente participación norteamericana en la crisis colombiana tiene similitudes con la experiencia de Vietnam, en dos aspectos: en primer lugar, por su incrementalismo, es decir, por tratarse de un proceso que avanza gradualmente por la misma vía, sin que se cuestionen jamás las premisas fundamentales que son las que, de hecho, obligan a acrecentar las dosis de los mismos remedios fallidos. En segundo lugar, la analogía con Vietnam es atinada, en cuanto a Estados Unidos, por el uso de "planes" con una falla fundamental y decisiva: la carencia de objetivos claramente definidos.
En tal sentido, el denominado "Plan Colombia" es menos un plan que una expresión de buenos deseos y una manifestación de auto-engaño. Pretender que se trata de un programa dirigido a combatir las drogas, sin asumir con firmeza la realidad de que la guerrilla tiene que ser derrotada, es una patética ilusión. Además, aun asumiendo que el "plan" no dice las cosas de manera explícita sólo para no asustar a los congresistas norteamericanos, su formulación estratégica tiene una enorme falla en lo que respecta a Venezuela, factor crucial de este ajedrez geopolítico. En efecto, los Estados Unidos va a colaborar con el Ejército colombiano para desatar una amplia ofensiva contra el narcotráfico, pero dejando abierto un flanco de enorme importancia como lo es el flanco venezolano, donde en lugar de un adversario, las guerrillas colombianas cuentan con un aliado potencial en la figura de Hugo Chávez, el pintoresco y radicalizado presidente venezolano, quien encuentra difícil ocultar sus simpatías hacia las guerrillas "bolivarianas", su desprecio hacia el gobierno de Pastrana y su hondamente arraigado anti-yanquismo.
Esto es otro de los puntos de contacto entre la experiencia vietnamita y la colombiana: Washington se está metiendo en un escenario de gran complejidad sin asegurar aliados clave en la región, como Venezuela (así como ocurrió en Camboya y Laos). ¿Qué pasará cuando la narcoguerrilla empiece a sentir los embates del "plan" y se mueva hacia Venezuela? ¿Qué hará Washington si el gobierno de Chávez mantiene una actitud presuntamente "neutral" y se niega a admitir operaciones del ejército colombiano y sus asesores del norte en territorio venezolano? ¿Qué previsiones existen en caso de que Chávez ayude a los "bolivarianos"?
En síntesis, el problema del "Plan Colombia" es la ambigüedad de sus objetivos, realidad que impide una clara dirección estratégica y al menos una adecuada perspectiva en cuanto a la posible duración y previsible desenlace de un proceso que tiene todas las características y potencial para transformarse en un verdadero tremedal, en un pantano que ahogará vidas, dólares e ilusiones por años sin resultados efectivos. Un episodio más, mucho más grave, de una "guerra" mal planteada.
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El venezolano Anibal Romero es profesor de ciencia política en la Universidad Simón Bolívar de Caracas.
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