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Antonio Escohotado

Viento en las velas

El Madrid se impuso al Sevilla en un partido muy trabajado.

El Madrid se impuso al Sevilla en un partido muy trabajado.
Casemiro, el verdadero líder del Real Madrid | EFE

El lance empezó en términos mediocres, con Lucas Vázquez, Carvajal y Jovic perdiendo pelota tras pelota, un Casemiro impreciso como pocas veces, un Marcelo inoperante y un Rodrygo nulo, que fueron aumentando la frecuencia de toques entre pase y pase. Jugarle así al Sevilla, incluso en el Bernabéu, pudo terminar mal ya en el primer tiempo, cuando de Jong clavó en una cruceta su espléndido cabezazo, y solo el Var puso de manifiesto la diferencia entre fútbol y baloncesto, donde el bloqueo es moneda corriente. Se diría que jugando con básicamente con los pies es falta perder de vista la pelota, en cualquier caso, y puede considerarse una proeza que los merengues se fuesen al vestuario indemnes, cuando la última media hora terminaron mandando cada vez más balones a la olla, como en el colegio.

El segundo periodo empezó igual, y solo los dioses saben qué hubiese ocurrido si Casemiro no destapa el tarro de sus esencias con dos tantos, uno tras otro taconazo de Jovic –que por ahora reduce sus aciertos a esa precisa suerte-, y otro saltando como Ronaldo el joven, con potencia y colocación inapelable. Bien pudo lograr un hat trick, que habría hecho justicia a quien tiene pinta de convertirse en otra leyenda del madridismo, a poca distancia de Ramos, porque golea poco pero a menudo en lances decisivos, y tiene por delante unos cuantos años para limar sus escasos puntos flacos. Marcelo declaró otrora que "con él cubriéndome las espaldas jugaré hasta los 45", cosa en extremo discutible a la vista de su temporada pasada y hoy mismo, teniendo en cuenta que el tanto sevillano partió de desidia suya, añadida a una pérdida no forzada inmediata.

Es una lástima que jugador tan jovial y genial atraviese un via crucis tan prolongado, quizá reversible a pesar de todo, y vuelven a hablar muy bien de Zidane no solo los cambios efectuados sino su orden, que si no recuerdo mal empezó sentándole a él y a Rodrygo, pues al fin y al cabo Jovic había asistido en el primer gol. Lucas Vázquez se mantuvo, a pesar de que un disparate suyo estuvo a punto de provocar el empate en las postrimerías del encuentro, quizá contando con su asistencia en el segundo tanto, y más aún la necesidad de tener a Mendy sobre el césped. Tampoco fue la tarde de Kroos, que llegó tres veces –la última con todo a su favor-sin lograr embocarla, aunque bastante tuvo quizá con achicar la vía de agua creada en su banda por Rodrygo y Marcelo.

Sin embargo, el Real sigue cumpliendo en materia de regularidad, su asignatura pendiente estos últimos tiempos, a despecho de las lesiones de Hazard y las ausencias de Bale, y es admirable cómo el míster va imponiendo tanto la presión adelantada como sacar el balón jugado. Encuentro tras encuentro, jugadores del otro equipo se ven rodeados por tres camisetas blancas, como si jugasen con uno más, sin duda porque están aprendiendo a moverse como un acordeón. Esa fue y es la constante de los grandes equipos, y solo la buena suerte dio al Madrid varias Orejonas aun siendo un equipo partido en largas fases de cada encuentro. ZZ se ha empeñado en corregirlo, y es estimulante constatar que le hacen caso, asumiendo una coordinación total en lugar de parcial. Ahora solo altos grados de maestría ponen en peligro un bloque que dejó de partirse; pero el cambio no deja de ser una hazaña, fruto no solo de músculos capaces sino de egos aplacados.

El espléndido desempeño de Vinicius, por ejemplo, confirma el clima de tranquilidad generado por la entrega de todos, que con mayor o menor acierto van sacando adelante el liderato en puntos, y con frecuencia en juego. El don de Vinicius para el desequilibrio podría no tener igual, cosa que se dice pronto, aunque puestos a disfrutar me quedo con el Modric de esta tarde, cuya gama de amagos, controles y temple sugiere el descansar cambiando que un tal Heráclito atribuía a la naturaleza, pura fluidez y al tiempo roca firmísima.

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