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Antonio Golmar

Armados hasta los dientes

No quiero ni pensar que las grúas que los ayatolás utilizan para colgar a los impíos funcionen gracias a piezas made in Spain. Debe ser eso lo que llaman Alianza de Civilizaciones.

El miércoles nos enteramos de que España es la octava potencia mundial en exportaciones de armas. Eso a pesar de que la palabra "paz" aparece nada menos que 41 veces en el programa electoral del PSOE, donde se afirma que "el gasto excesivo en armamento" amenaza gravemente la estabilidad y el desarrollo de los pueblos. Bien lo saben los cubanos, iraníes, venezolanos y chinos, por citar algunas de las dictaduras a las que la España de ZP vende armas, material antidisturbios y productos y tecnologías de doble uso.

A Llamazares le preocupa que vendamos al Gobierno de Colombia (que tomen nota los inmigrantes), los del PP defienden la industria y se quejan de las ventas a Cuba e Irán. A este último le suministramos herramientas y repuestos de automóviles. No quiero ni pensar que las grúas que los ayatolás utilizan para colgar a los impíos funcionen gracias a piezas made in Spain. Debe ser eso lo que llaman Alianza de Civilizaciones.

En las últimas décadas los analistas internacionales han hablado de la paradoja sueca, consistente en que el Estado de un país pacifista sea propietario de algunas de las fábricas de armas más importantes del mundo. Una de ellas, Bofors, tuvo como propietario a Alfred Nobel, quien reorientó las actividades de la empresa hacia el sector armamentístico. En los años ochenta, la empresa sueca, que había suministrado material a los dos bandos durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una de las principales suministradoras de armas a Irán durante su guerra con Irak. No es de extrañar que Suecia no quisiera saber nada de la invasión de Irak.

Como dice el programa electoral del PSOE, el gasto excesivo en armamento es una amenaza para la estabilidad. En 1989, el Partido Nacional del Congreso de la India perdió las elecciones como consecuencia del escándalo Bofors. Miembros del Gobierno indio habían recibido millones de dólares en sobornos procedentes de las arcas del gigante sueco. En la actualidad la mayor parte de Bofors pertenece a la norteamericana United Defense Industries.

Austria, otro país presuntamente ejemplar, es la sede de Glock, que fabrica y vende pistolas, fusiles y metralletas por todo el mundo. Sus productos jugaron un papel fundamental en los conflictos bélicos que han asolado África en las últimas décadas. Sin embargo, aquí sólo nos preocupa que un grupo de tarados en el estado norteamericano de Virginia Occidental se dediquen a jugar a soldaditos los domingos por la tarde.

Frente a lo que afirman los partidarios de la alter-economía, ni siquiera el Estado de bienestar sueco sale gratis. Lo peor es que a algunos les haya salido tan caro. Como dijo Stalin, un asesinado es una desgracia, un millón son estadística. El otro día María Teresa Fernández de la Vega, viajera incansable por las tierras del Sahel, dijo que lo único importante de la crisis económica era mantener los derechos sociales. Espero que al menos no opte por el modelo sueco.

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