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Antonio Golmar

¿Dónde está el Rey?

¿A qué se debe la falta de representantes de la Jefatura del Estado o del Gobierno de España? Ver a Carod Rovira entregar a Jenson Button la copa de ganador resulta cuando menos sorprendente.

Me pregunto si la primera decisión de Rodríguez Zapatero al frente del deporte español ha sido prohibir a la Familia Real asistir a competiciones deportivas. Este domingo se celebró el Gran Premio de España (o Gran Premio del Circuito de Cataluña, como decían en TV3 hace un par de años), un acontecimiento retransmitido por televisiones de todo el mundo y que tradicionalmente ha contando con la presencia de S.M. Las imágenes del Rey abrazado a Fernando Alonso y saludando a otros pilotos habían sido hasta ahora una de las constantes de la carrera de Fórmula 1.

La afición de Juan Carlos I a la velocidad es bien sabida. Tanto así que algunos años lo hemos visto no sólo en el Gran Premio de España, sino también en el de Bahrain y en Mónaco. Por otra parte, es habitual que los jefes de Estado o Gobierno de las naciones anfitrionas acudan a presenciar la competición, ya que lleva el nombre de su país. La ausencia de miembros de la Familia Real es una irregularidad que la Casa del Rey debería explicar sin dilación.

¿Se trata de una concesión más al nacionalismo catalán? Hace dos años la grada N del circuito apareció presidida por una larga fila de enormes banderas catalanas. Este año la organización optó por las de Asturias, aunque sobre algunas se colocaron enseñas nacionales. Entonces, ¿a qué se debe la falta de representantes de la Jefatura del Estado o del Gobierno de España? Ver a Carod Rovira entregar a Jenson Button la copa de ganador resulta cuando menos sorprendente. No me imagino a Angela Merkel o al presidente de la República Federal de Alemania cediendo el puesto al vicecanciller de Renania-Palatinado.

Una de dos, o Rodríguez Zapatero ha trocado banderas por representación o, ante la imposibilidad de viajar a Barcelona debido al mitin en Madrid, vetó a la Familia Real para que no le restase protagonismo. O yo o nadie, es decir, el vicepresidente de la Generalitat de Catalunya (¿y Montilla?). Por cierto, durante la excelente retransmisión de La Sexta pudimos oír el himno nacional mientras uno de los periodistas comentaba los preparativos de la carrera. Sin embargo, la cadena no mostró ninguna imagen de la llegada de las autoridades. ¿Quién aconsejó u ordenó al responsable de televisar el evento hurtar a los telespectadores las imágenes de Carod Rovira rindiendo honores al himno de España? ¿O acaso llegó tarde?

Sea como fuese, esta nueva afrenta al mínimo sentido de Estado demuestra que en el fondo el presidente del Gobierno no ha cambiado un ápice su ambivalencia respecto a la nación española. Si a ello le sumamos su caída de popularidad y la necesidad del PSOE de arañar votos de donde sea para evitar una humillante derrota en las europeas, la posibilidad de un cambio en la postura de los socialistas respecto al artículo 2 de la Constitución es poco menos que remota. Una razón más para acudir a las urnas el próximo 7 de junio. S.M. se puede permitir todos los despistes que quiera, los ciudadanos no. 

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