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Antonio José Chinchetru

Cine a un euro: elogio a Galiardo

Aunque todavía pocas, cada vez son más las voces críticas dentro de la industria cultural que ponen en duda la validez del modelo institucional y de negocio del sector.

Vaya por delante que Juan Luis Galiardo es un personaje que no me inspira mucha simpatía. No es que me produzca los mismos sentimientos negativos que me causan otros actores, pero no termina de caerme bien. Sin embargo, y puesto que desde que comencé en el periodismo he tratado de cumplir con ese principio que dice que la honestidad tiene que estar antes que todo, no puedo dejar de elogiarle cuando creo que se lo merece. Y este es el caso.

Durante su intervención en un seminario sobre la industria cultural, Galiardo ha hecho varias declaraciones que le habrán granjeado la animadversión de buena parte de sus compañeros de profesión y de buena parte de quienes se consideran miembros del "mundo de la cultura". Lejos de defender las subvenciones y pedir represión contra las descargas en internet, ha tomado una postura radicalmente contraria a la dominante entre quienes se dedican al cine o la música en España. González-Sinde debe de haber sufrido un fuerte dolor de cabeza si las ha escuchado o leído.

Galiardo ha hecho gala de un gran sentido común al decir que "la gente no transgrediría la ley si tuviera que pagar sólo un euro por los contenidos legales en internet". Ha venido a defender lo que muchos sostenemos desde hace años: si la industria cultural se decidiera a comercializar online sus productos a un precio asequible, muchos preferirían adquirirlos de forma "legal" a descargárselos de otros modos. Si la contraprestación económica no es excesiva, la mayor parte de las personas prefieren pagar a cambio de garantizarse unos buenos niveles de calidad (hablamos de la imagen o el sonido, no de la valía de la película o la canción).

También resulta de agradecer su denuncia del "subvencionismo tóxico", al que apunta como responsable de haber "matado al sector" y de la "voracidad recaudatoria" de algunos propietarios de los derechos de autor. Y ya, para rematar, critica al buque insignia de las entidades de gestión, la SGAE, en un seminario en cuya organización han participado dos de sus organizaciones "hermanas", AISGE y EGEDA.

Aunque todavía pocas, cada vez son más las voces críticas dentro de la industria cultural que ponen en duda la validez del modelo institucional y de negocio del sector. Galiardo se ha sumado a ellas, y lo ha hecho con una dureza aún mayor que la mostrada por Álex de la Iglesia o Santiago Segura. Sin duda alguna, se habrá ganado la enemistad de muchos de sus compañeros de profesión. Pero, a cambio, se merece el aplauso de los ciudadanos. Desde aquí se lo brindamos, al menos por este motivo.

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