Menú
Antonio José Chinchetru

Eco(s) del pasado

Las críticas Umberto Eco son los ecos del pasado. Son el lamento de uno de los grandes exponentes de una élite intelectual que pierde influencia debido a que ahora cualquiera tiene acceso a una fuente prácticamente infinita de ideas y conocimientos.

Umberto Eco es uno de esos personajes que terminan por causar lástima. Uno de esos grandes exponentes de una época ya pasada, durante la que hicieron importantes aportaciones intelectuales que se resisten a evolucionar con el tiempo. El famosísimo e influyente semiólogo ha tomado la costumbre de abrir la boca cada cierto tiempo para arremeter contra internet, y cada vez que lo hace demuestra que su desconocimiento de la misma no para de crecer o que su rechazo a lo que significa se incrementa con los años.

En esta ocasión lo ha hecho al ser investido doctor honoris causa por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. No deja de ser irónico que al recibir tal reconocimiento por parte de un centro académico de ese tipo demuestre un rechazo total y un preocupante desconocimiento de las formas actuales de comunicación. Defiende Eco que la red ha "fracasado en su intento por ordenar el conocimiento del mundo disponible". Una declaración de este tipo tan sólo refleja que el que fuera uno de los destacados intelectuales de la segunda mitad del siglo XX no ha comprendido la auténtica naturaleza de la web.

Internet no ha intentado, ni puede, ordenar el conocimiento ni cualquier otra cosa. Por su propia naturaleza genera un sistema descentralizado en el que millones de personas actúan cada una con un fin diferente. Cada internauta tiene uno o varios objetivos al acceder a la red, que van desde relacionarse con amigos a transmitir ideas o conocimientos, pasando por buscar pareja, jugar o informarse. Pretender, por tanto, que internet intenta algo es tratar de dotar de una voluntad colectiva a millones de personas que ni la tienen ni pretenden tenerla.

El famoso semiólogo considera además que internet es una "especie de parodia de la enciclopedia" debido a que junto a todo "el saber del mundo" incluye información falsa. Esto mismo puede aplicarse a la totalidad de los libros que existen en el mundo. Junto a obras de gran valía existen otras que tan sólo contienen mentiras, datos equivocados o ideas tan erróneas como peligrosas. Dudamos de que Umberto Eco defienda el fracaso de la letra impresa por la existencia de Los protocolos de los Sabios de Sión o cualquiera de los volúmenes en las que se cimentaron los totalitarismos del siglo pasado.

Las críticas del autor de El nombre de la rosa son los ecos del pasado. Son el lamento de uno de los grandes exponentes de una élite intelectual que pierde influencia debido a que ahora cualquiera tiene acceso a una fuente prácticamente infinita de ideas y conocimientos. En ella hay falsedades, sin duda alguna, pero eso también ocurría antes. ¿No defendieron acaso grandes intelectuales a tiranos genocidas como Stalin, Hitler o Mao? Debemos agradecerle, eso sí, que al menos él defiende que no se recorte la libertad en la red. Su llanto al menos no pretende censurar.

En Tecnociencia

    0
    comentarios