Twitter se está convirtiendo en una pesadilla para famosos varios y políticos de los grandes partidos políticos. El popular sistema de microblogging se ha transformado en una poderosa herramienta de expresión de los ciudadanos. Tiene una potencia que ninguna otra red social o método de expresión en internet, como las bitácoras o los foros, o fuera de la red había alcanzado antes. El último ejemplo ha sido la auténtica revuelta virtual contra la negativa de los eurodiputados a bajarse el suelto y a viajar en clase turista en esos vuelos que les pagan todos los habitantes de la Unión Europea. Acostumbrados a la opacidad y el desconocimiento generalizado la privilegiada forma de vida que disfrutan gracias a su cargo, los miembros de la Eurocámara todavía deben de estar conmocionados por el hecho de que se les critique de forma abierta y masiva.
La primera vez que los políticos españoles se enfrentaron a la reacción de muchos ciudadanos mostrada a través de Twitter, respondieron de muy mala manera. Los senadores del PSOE, CiU, PNV, ERC y CC llegaron a referirse a las opiniones expresadas a través de dicha red social como "factores externos que degradan la imagen y el trabajo" de la Cámara Alta. No les gustó que el populacho vigilara su actividad parlamentaria y, además, osara comentar sobre ella. Estaban acostumbrados a vivir en una torre de marfil en la que no importaban las voces que pudieran alzarse fuera de los círculos políticos. Representantes, en teoría, de los ciudadanos, tan sólo se sentían impelidos a responder ante los dirigentes de sus partidos. Y estos últimos, ante nadie más que ellos mismos.
Ahora los partidos españoles parecen haber aprendido la lección y han optado por no atacar a los ciudadanos que les critican. Inventan todo tipo de excusas para justificarse, desde el "despiste" o el "lío con una enmienda" aducidos por el PSOE hasta el argumento de que era "un informe orientativo sin valor vinculante" que ha dado el PP. Es un lamentable intento de arreglar un desaguisado en el que se han metido ellos solos por despreciar a una ciudadanía que ahora dispone, gracias en buena medida a la red, de unos medios para informarse y expresarse difíciles de imaginar hace poco tiempo.
Internet está cambiando el modo de relacionarse los políticos con los ciudadanos, al someterles a un control constante y un debate generalizado que antes resultaban prácticamente imposibles. Y Twitter se ha convertido en el principal factor para esta revolución, muy por encima de los blogs y otras redes sociales como Facebook. Tal vez haya sido clave en ello su carácter de conversación ininterrumpida o la brevedad que impone a la hora de escribir. En cualquier caso, la política ya no será igual. Tan sólo queda que legisladores y gobernantes lo asuman. Les va a costar mucho.