Menú

La decisión de aprobar un Real Decreto que justifica el nombramiento de un no funcionario al frente de la Dirección General para el Desarrollo de la Sociedad de la Información ha creado malestar en un amplio sector de la Red española. Muchos temen que sea el primer paso para que Adsuara vuelva, después de un mes, a ocupar tan importante cargo del Ministerio de Ciencia y Tecnología. El retorno del que ha sido la mano derecha de Birulés durante dos años no es seguro, pero hay muchos indicios que apuntan en esa dirección.

La actividad de Adsuara ha provocado el rechazo unánime de sectores de la comunidad internauta que coinciden poco o, incluso, están enfrentados en otros asuntos. Quien no lo rechaza por ser uno de los máximos responsables de la LSSI, lo hace por lo incorrecto del plan Internet para todos. Incluso los hay que no quieren oír hablar del personaje por ambos motivos. Las antipatías que despierta Adsuara no se deben tan sólo a su gestión, también es muy importante el modo como se refiere a quién tiene el valor de oponerse a cualquiera de sus acciones. Tras las críticas que ha recibido Internet para todos (un plan ideado a la medida de una conocida empresa privada), el antiguo director general no se ha manifestado en público por un único motivo: está pendiente de recuperar su cargo y no es conveniente intentar volver con los ánimos encrespados. Pero ese silencio estratégico no debe hacer olvidar que, cuando ocupaba el cargo al que puede volver, llegó a criminalizar a quienes se oponían a la LSSI.

Otra persona, impuesta desde La Moncloa como lo fue en un principio Adsuara, habría protagonizado una gestión muy similar en todo lo relativo a la Red. Los efectos finales podrían ser idénticos a los que se conocen, pero los internautas se habrían ahorrado tener que aguantar un estilo carente de las maneras adecuadas. Un ministerio creado de forma precipitada, intentando mantener un equilibrio político entre corrientes diferentes y sin disponer de la estructura necesaria para hacer un trabajo correcto es un serio problema para quienes se ven afectados por su actuación. Si a esto se le suma el peculiar modo de entender el diálogo de sus responsables, el malestar sólo puede crecer.

El largo periodo en que la Dirección General ha estado vacante, el silencio de la ministra sobre quién iba a ser director general y el hecho de que Birulés negara haber dicho que no pensaba prescindir de quien ha sido uno de sus más íntimos colaboradores, hicieron crecer la esperanza. Esa idea se vio reforzada debido a que la titular de Ciencia y Tecnología dijo que el nombramiento no era responsabilidad suya sino del Gobierno en pleno. Ante estos indicios era lógico pensar que en el resto del Ejecutivo se había comprendido que era preferible mantener alejado a don Borja de su antiguo puesto y que doña Anna no había tenido más remedio que ceder.

Sin embargo, ahora parece que Adsuara puede volver en pocos días a ser la mano derecha de la ministra en todo lo que tenga que ver con la Red. La negativa oficial a dar nombres no ayuda a pensar otra cosa. Si la Dirección General vacante fuera a ser ocupada por otra persona, la satisfacción hubiera sido general entre los internautas españoles, pero el silencio hace prever lo peor. La previsible vuelta de Adsuara sólo puede provocar un disgusto generalizado en la Red española. Si se confirma, el Gobierno habrá tomado una decisión equivocada.

En Opinión