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Antonio López Campillo

Desorientados

Desorientados están los comentaristas con los últimos atentados llevados a cabo por los islamistas. Lo de las Torres Gemelas lo comprendían, era una represalia de los oprimidos contra el Imperio. Que en tierra de Islam hagan atentados en los que mueren tanto occidentales como musulmanes, también lo explican con la misma argumentación, a lo que se añade la presencia de tropas USA y occidentales en Irak. Al mismo tiempo, nos explican que los islamistas son unos musulmanes heterodoxos, que se desvían de la verdadera fe islámica al punto de convertirse en terroristas que matan sin ton ni son.
 
Esta interpretación, a primera vista, aclara lo que sucede, pero tiene una serie de puntos débiles, debido a lo que los comentaristas olvidan. Resulta que en Argelia los islamistas lograron una fuerte mayoría en las últimas elecciones, que fueron anuladas por el ejército, y que desde entonces viven en rebelión y rara es la semana que no ejecutan a una docena de argelinos, musulmanes, pero de fe tibia. Las víctimas, más de noventa mil, eran ciudadanos o campesinos, mujeres y niños, que no daban la impresión de ser aliados de los USA. En Indonesia, los islamistas han “liquidado” en los últimos años, según noticias de prensa, más de cien mil no musulmanes: cristianos, budistas, animistas. Otro punto que no tienen en consideración es que la expansión musulmana, entre los siglos VII y XI, se efectuó mediante las armas, por conquista militar, método que siempre implica matanzas y exterminios, lo que parece que nunca entró en contradicción con los fundamentos de la fe musulmana.
 
El esquema justificativo de la mayoría de los comentaristas no permite explicar, ni comprender, los cientos de miles de víctimas de los islamistas, ni de la mayoría de los atentados llevados a cabo por estos activistas religiosos. El fundamento técnico del esquema aceptado reside en la existencia del grupo de Ben Laden, cuyas acciones cubren el planeta, con lo que resulta que tiene que ser una organización gigantesca, muy superior a la de un estado moderno. Para paliar esta “anomalía”, se habla de la “resistencia” a los invasores en Irak. Esta ampliación del esquema tiende a justificar que lo que sucede en Irak no tiene nada que ver con lo que sucede en Argelia, ni en Indonesia. Curiosamente, lo de las Torres Gemelas, según esta teoría, no fue más que una reacción “adelantada” a la ocupación occidental de Irak. Es interesante indicar que en todos los puntos donde actúan los islamistas siempre dicen luchar por la pureza del Islam. Su lucha, proclaman, está dirigida contra los enemigos, interno o externos, de su fe religiosa. Para los islamistas, su guerra es de religión, de su cultura contra las otras culturas, de su religión contra las otras religiones.
 
Lo que tiene desorientados a los comentaristas, y a los políticos, es el carácter profundamente religioso de esta guerra. No basta con calificar a los islamistas por el método empleado, el terrorismo, para borrar el fundamento religioso de la lucha de esos musulmanes que se declaran ortodoxos. No valorar el peso social de la religión en esta lucha es muy probable que sea un error grave. Y los errores se pagan siempre.
 

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