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Antonio López Campillo

Diversidad política y unidad religiosa

Para los occidentales, laicos, especialistas en geopolítica es algo difícil hacer intervenir la religión como factor de acción. Cuando hablan del mundo musulmán ven las diferentes posiciones políticas de los distintos países islámicos y sus evoluciones. Suelen resaltar aquellos en los que hay atisbos de democracia y tonalidades laicas. Por lo general, ven la religión, el Islam, como algo en decadencia, y dan como ejemplo la aparición los regímenes laicos en ese ámbito. Suponen en sus razonamientos que la religión musulmana atraviesa una situación semejante, con diferencias, a la que tiene el cristianismo en el mundo occidental. Piensan que hay una pérdida de fe entre las masas musulmanas, como la ha habido entre el pueblo cristiano, aunque la fe musulmana ha resistido mejor.

En realidad en las naciones musulmanas, en su totalidad, la religión es el único vinculo cultural. Son las masas las que encuentran en la religión su razón de ser y su identidad, por encima de las fronteras nacionales; tienen conciencia de formar parte de la Umma, la Gran Comunidad de los musulmanes. Por eso, los movimientos de renacimiento de la ortodoxia se transmiten tan rápidamente, sin necesidad de una red previa. La Umma existe y los islamistas la pueden recorrer sin dificultad, como cualquier musulmán. La Umma es el ámbito mundial donde puede difundirse sin dificultad el islamismo extremo, el verdaderamente ortodoxo. La religión es la vertebración del mundo musulmán. Olvidar esto es condenarse a no comprender lo que hoy está sucediendo en el mundo.

Los gobiernos, más o menos occidentalizados, del mundo musulmán, son accidentes locales que dependen de las reacciones de las masas religiosas. Es cierto que hay grados en el fervor en el pueblo, pero hay un fondo religioso que tiene una larga y, en su momento, brillante historia. Substrato religioso que puede enfervorizarse y puede poner en mala situación los gobiernos. Estos están obligados a navegar teniendo en cuenta los escollos existentes y los que nacen en cada momento sin avisar. La importancia de la religión es capital en el mundo musulmán.
La situación actual parece indicar que estamos ante un choque guerrero con tonalidades religiosas, a lo menos por una de las partes combatientes.

Lo que se denomina "lucha contra el terrorismo" tiene, ya, los visos de una guerra de religión. Pero es muy difícil aceptarlo. Nadie se atreve a decir que lo que sucede en Irlanda es una lucha religiosa; lo de Bosnia, Kosovo y lo que acontece en Macedonia no es otra cosa, aunque pudorosamente se diga que son "cosas" étnicas. La fe renaciente, por su fuerza, puede ser contagiosa.

Curiosamente, con la desaparición de la "utopía comunista" por hundimiento de su "encarnación", aparece en el mundo el Islam como fuerza religiosa capaz de movilizar no sólo a musulmanes. Acaso el carácter "religioso" del marxismo-leninismo ha favorecido la aproximación de algunos izquierdistas a la lucha de los islamistas. Puede ser que ambos tengan el mismo "Gran Satán", aunque no tengan el mismo dios.

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