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Antonio López Campillo

Israel y Palestina

Los cambios que se han producido en la zona son profundos y la última Intifada los pone de relieve. Del lado de Palestina, el resquebrajamiento de la Autoridad del gobierno de Arafat. La corrupción, los desvíos de la ayuda económica, la falta de autoridad y el incumplimiento de las promesas hechas a los palestinos han arruinado el poder de Rais. La Intifada escapa a su control, y como la decadencia de uno favorece el peso de otros, son Hamas y Yihad los motores del movimiento. En esta Intifada, el componente espontáneo ha decrecido en beneficio de las organizaciones islamistas. Es lo que explica el paso de las piedras a los fusiles y los morteros. Los mártires que se suicidan a lo Kamikaze son otro signo de acción pensada y calculada, que anuncia una acción de larga duración e irreversible, pues la sangre de los mártires no se puede lavar con un alto el fuego, ni con un tratado de paz.

Al tiempo que se "formaliza" la Intifada, la ayuda del entorno musulmán se "verbaliza", promesas de ayuda económica y diplomática. El envío a los palestinos de armas por mar, como se ha producido recientemente, indican el nivel de apoyo militar que pueden recibir los palestinos de los estados hermanos.

Hoy, los países musulmanes no pueden correr el riesgo de un enfrentamiento armado con Israel. Esos estados, poderosos, no tienen una industria de guerra capaz de alimentar en armas y municiones un enfrentamiento bélico de mediana amplitud. Antes si podían, pues existía la Unión Soviética, que actuaba como gran reserva de armamento para todos esos países. Era capaz, como se demostró en el pasado, de sustituir en unos días cientos de carros de combate destruidos por el enemigo. Hoy pueden montar una bomba atómica y fabricar unos cohetes de alcance medio, unas bombas químicas o bacteriológicas, es cuestión de dinero; una industria armamentística implica una industrialización que hoy por hoy no han alcanzado.

La situación global de la región es tal que la lucha armada recae casi exclusivamente en los palestinos. Las protestas de la Liga Árabe son diplomáticas, y las amenazas tienen un carácter más bien verbal. No parece haber un riesgo inminente de una guerra. Pero el riesgo de un conflicto local palestino-israelí de creciente dureza sí existe y se perfila día a día.

La Intifada actual ha obligado a un cambio en la política de Israel, pasando del dialogante Barak al hombre fuerte Sharon. De la mano tendida a la mano dura. Es la respuesta ajustada a la situación local. No aparece una solución política al conflicto. Arafat es incapaz de controlar los hombres de la Intifada, como lo está demostrando en todo momento.

Sin un frenado seco de las acciones de los palestinos, Israel no puede dejar de defenderse. Sharon controla las fuerzas armadas de Israel, Arafat no controla "sus" tropas. Un acuerdo, con apoyo internacional, de Arafat y Sharon no vale nada sin los dirigentes de Hamas y la Yihad. Se habla de convencer a al primer ministro israelí, pero hay que convencer, también y fundamentalmente, a los islamistas.

Arafat ha demostrado su deseo de paz y su incapacidad de alcanzarla, sus compatriotas se lo impiden con su Intifada, que hubiera debido servir para forzar un acuerdo. Los islamistas, en Palestina, no se pueden contentar con la salida de unos colonos, están pidiendo, a gritos y con actos, la salida de todos los judíos de Israel.

Para los islamistas, Palestina tiene que jugar el papel de "mártir suicida". Hoy no aparece otro escenario que una Intifada con armas cada vez más potentes, y una respuesta cada día más ruda de Israel. Así, una guerra atroz obligaría al mundo a pedir que desaparezca Israel. Esa parece la estrategia de los Hamas y Yihad.

Claro que siempre es posible un milagro...

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