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Antonio López Campillo

Todo bajo control

¡Todo está bajo control!, dicen los insensatos. Ahora tenemos en España dos casos de vacas locas. Las autoridades españolas decían hasta ayer que no había peligro, que todo estaba bajo control. ¡Qué curioso! Que habían consultado a todas las autoridades. Pero resulta que no se enteraron de que la enfermedad en las vacas locas tarda un cierto tiempo en expresarse y el tiempo de latencia es más bien largo.

Las autoridades españolas afirmaban, y era cierto, que controlaban los productos agroalimentarios importados, y que desde 1994 están prohibidos los piensos con harinas animales. Pero resulta que antes de la prohibición sí se importaban de Inglaterra y de Francia. Esas importaciones son las que dan los frutos tardíos e inquietantes hoy. Los ministros deberían hablar menos y consultar más. Y al consultar, pensar.

Reproducimos a continuación fragmentos de otro artículo de Antonio López Campillo publicado en Libertad Digital donde se explica el mecanismo de la enfermedad

Todos tenemos una proteína llamada PrP que se pega a las neuronas, no se sabe para qué, pero está ahí y es inocua. El PrP es lo que se llama un prión. Estas proteínas pueden tomar dos formas, una inocua y otra dañina. El paso de una a otra se efectúa por mutación y cuando aparece la forma dañina produce la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob, que destruye las células nerviosas y conduce a la demencia y a la muerte. Las ovejas tienen una enfermedad muy parecida, la tembladera.

Hay otra forma de aparición de enfermedad de priones, por infección y no por mutación en el organismo. Es la Encefalía Bovina Espongiforme o EBE, la enfermedad de las vacas locas. Cuando apareció la enfermedad de las vacas locas, se detectó que era una infección y que se había trasmitido a las vacas a través de piensos compuestos en los que había sesos de ovejas enfermas de tembladera. Los priones de las ovejas se unieron a los de las vacas y los transformaron en malignos. La EBE es de difícil detección hasta que aparecen los síntomas externos, de agitación, la “locura”. Hoy se puede detectar en los órganos de las reses sacrificadas.

Con la ingestión de carne de vacuno contaminada, los priones malos pasan al hombre como los de las ovejas pasaron a la vaca y por el mismo mecanismo aparece así una nueva enfermedad de Creutzfeldt-Jacob, terrible y mortal.

El mecanismo general es sencillo. La subida del nivel de vida hizo que aumentara el consumo de carne. La demanda era superior a la capacidad de producción en prados. Con piensos industriales se aumentaba la producción de carne sin tener que aumentar la superficie de la granja. Al crecer la demanda de piensos industriales, los fabricantes aumentaron la producción. Esto exigía encontrar más proteínas para enriquecer los piensos y no se les ocurrió otra cosa más que añadir a sus piensos reses muertas, pollos “fallecidos” en las granjas industriales, vacas y ovejas muertas de muerte “natural”, es decir por enfermedad, materiales más bien baratos.

La industria de los piensos es poderosa, emplea muchos obreros y es muy rentable. Se puede comprender la “timidez” de las autoridades. Pero la tozudez de los científicos, médicos, veterinarios y biólogos y la prensa alertaron al publico, que comenzó a alarmarse cuando se puso en evidencia la relación entre las vacas locas y la enfermedad humana mortal.

Las autoridades, como siempre, anunciaron que "todo estaba bajo control", y, en un gesto conocido, comieron en público una hamburguesa de carne de vaca, mientras la epidemia se extendía.

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