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Antonio López Campillo

Un teatro, una historia, una fe

Un grupo armado de chechenos ha ocupado un teatro en Moscú guardando como rehenes a más de setecientos espectadores, actores y técnicos. Piden que cese la guerra en Chechenia o hacen saltar el teatro, con ellos dentro. Dieron siete días, que después redujeron a tres, al gobierno ruso para que retire las tropas de ocupación. Es la acción terrorista más importante realizada en Rusia.

Los comentaristas explican el acto por la dura represión rusa contra la república Chechena, que se declaró independiente al descomponerse la Unión Soviética. Ocupación militar que implicó miles de muertos y ciudades arrasadas, y que se continúa con una cruenta guerra de guerrillas; explicación suficiente, pero incompleta. Faltan dos elementos que permiten comprender la crueldad de los terroristas y su modo de actuar.

Los comentaristas olvidan, parece como si no supieran que en 1944 el gobierno soviético anunció el desplazamiento a Siberia, a pie, con otras poblaciones poco seguras, de 490.000 Chechenos. Eran musulmanes y los soviéticos temían que se uniesen a los nazis que les habían ofrecido independencia, y que ya tenían divisiones SS formadas por musulmanes del mundo entero combatiendo contra la URSS.

Modelo de limpieza étnica, que también practicaban los nazis. Años después regresaron los chechenos supervivientes, casi un cuarto de los desplazados. El odio al ruso no nace con la independencia y su represión, solo se reaviva, ya que es el fruto de una larga y cruel historia.

El otro olvido es que la república de Chechenia es mayoritariamente musulmana, y en su seno domina el islamismo ortodoxo, que es el que ha vertebrado el nacionalismo checheno. Los que han ocupado el teatro de Moscú son islamistas, sin más adjetivos, son candidatos a "martires", no suicidas. Es interesante observar que la mitad de los ocupantes son mujeres y todas ellas llevan los explosivos en torno a la cintura, como algunos de los hombres, según se ha podido ver en el reportaje de televisión que los islamistas han autorizado.

Todos los terroristas que amenazan con matar a sus rehenes parten inconscientemente del principio que las autoridades son más humanas que ellos, que sí son capaces de ejecutar inocentes. En el caso de los islamistas hay más, los rehenes son infieles, por lo que están de todas formas condenados sin remedio al nar, el infierno, mientras que ellos, los islamistas, se convierten al morir "en la vía del Señor" en suhada, mártires, cuya recompensa es quedar totalmente limpio de todo pecado, e ir directo al paraíso junto a Dios, donde además le esperan huríes de grandes ojos y túrgidos senos (el Corán dixit).

La ocupación del teatro por los chechenos crea un terrible dilema al gobierno ruso, pues si no cede, pueden ser inmoladas unas setecientas personas, y si cede se da patente de corso a todos los terrorismos. Resulta que para los islamistas chechenos, la guerra de Chechenia es una guerra de religión, "santa", por lo que el conflicto es de difícil solución. No debe olvidarse que los chechenos que ocupan el teatro en Moscú son islamistas, no unos vulgares terroristas. La tragedia tendrá lugar irremediablemente.

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