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Antonio Robles

El lenguaje nacionalista del señor Piqué

Nadie podrá detener ya este fenómeno social. El cuerpo limpio de Albert ha dado la vuelta al mundo y ha desarbolado todas las pantallas diseñadas para impedirnos llegar a la gente. Habrá más sorpresas.

Se veía venir. Tanto se acercaba al nacionalismo, que al final ha acabado por utilizar sus mismas estrategias de criminalización. Lo he escrito un millón de veces: ya que no pueden con las ideas, ensucian a quienes las sostienen. El fin siempre es el mismo, impedir la existencia del pensamiento distinto al propio.

Acaba de decir el candidato del PP a la presidencia de la Generalitat, Joseph Piqué a propósito de Ciutadans, que éste "es un partido que tiene posiciones de extrema derecha y a la vez intenta mantener cierto pseudoprogresismo, como la defensa de la eutanasia y el aborto". Les juro que Ciutadans no mató a Manolete; aunque a este paso no sé si alguien habrá de creerme.

El exabrupto es tan burdo, la acusación tan delirante que cuando vea transcritas sus palabras en los periódicos se sentirá ridículo. Me han advertido que esto de la política era muy sucio pero no que fuera una película de ciencia ficción. A ver si ahora resulta que el señor Boadella, un símbolo de la libertad, Francesc de Carreras, el hombre bueno por excelencia (el mejor Síndic de Greuges si hubiera dos dedos de frente en la política catalana) o el presidente, Albert Rivera, cuya pasión intelectual es el constitucionalismo, son indeseables cucarachas.

Aunque lo cierto es que este absurdo desenfoque casi ni ha de tenérsele en cuenta, viendo cómo se apunta a la acusación de antinacionalistas: "se limitan a hacer antinacionalismo burdo y, al final, se trata de un fenómeno que aporta a la política catalana un exceso de frivolidad y falta de seriedad".

Acabáramos, también él se suma a la defensa del nacionalismo, abiertamente, como los propios nacionalistas. Y encima nos llama frívolos el representante de un PPC que, en nombre de pactos vergonzosos, sacan o meten acusaciones de corrupción en los cajones, permiten que se pasee el 3% por el hemiciclo como un fantasma y gastan nuestro dinero en un forum de las culturas para capricho y disfrute de una clase política derrochona y folklórica.

Ya tiene un punto más para ser admitido en el oasis catalanista. No solamente quiere pactar con ellos, también quiere expulsar a sus adversarios políticos de la vida social a base de falsear su naturaleza. No son formas ni maneras. Se pueden criticar las ideas, pero no acabar o pretender acabar con las personas. Reconocer lo que somos es una de las más elementales y primeras formas de educación. Por eso, a mi el señor Piqué me parece un demócrata, aunque no esté de acuerdo con sus ideas. Como no me duelen prendas en reconocer que el líder de su partido, el señor Mariano es todo un señor, educado y liberal, respetuoso y desenfadado. Aunque no esté de acuerdo con sus ideas.

Esta inexplicable salida nos indica hasta que punto los nervios le han traicionado. Sabe que sus propios votantes desautorizan el acercamiento o el pacto con los catalanistas. Están hartos de la sumisión a CiU, al nacionalismo a secas. Y ven impotentes cómo su líder se ofrece al pacto una vez más. No le pasa desapercibido a la militancia que los seis o siete diputados que podrían sacar los acabarán rentabilizando los nacionalistas. Solos no harán nada y en compañía harán lo que CiU quiera; es decir, lo contrario de lo que quieren los militantes populares.

Sentir el aliento en el cogote de unos Ciudadanos sin complejos, abiertamente beligerantes con la política lingüística e identitaria del nacionalismo, le quita el sueño. Por eso ha reaccionado así, porque en su propio partido están desertando hacia el discurso autónomo, limpio y desnudo de Ciutadans. Han intuido que defenderemos lo que nadie más defiende ni defenderá en Cataluña, incluido su propio partido.

Y no se equivocan, saben que cinco o siete diputados del PP no representan nada en Cataluña, pero tres diputados de Ciutadans romperán la omertá política catalana y devolverán los asuntos públicos a la gente. Esta especie de clase aparte que han formados nuestros representantes con su lenguaje propio, sus ritos y su desprecio por los asuntos cotidianos de la gente debe desaparecer ya. Y, hoy por hoy, sólo Ciutadans puede y quiere hacerlo.

Nadie podrá detener ya este fenómeno social. El cuerpo limpio de Albert ha dado la vuelta al mundo y ha desarbolado todas las pantallas diseñadas para impedirnos llegar a la gente. Habrá más sorpresas.

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