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Antonio Robles

La historia según Maragall

¿Nos dirán los planes y presupuestos que han hecho durante estos mil días de pesadilla para prevenir los incendios del presente verano o nos relatarán los carísimos viajes que se han pegado para reivindicar la selección catalana de hockey?

No hay manera más falsa de afirmar una obra política que tenerla que explicar. Las palabras sobran cuando hay hechos. Cualquier ciudadano ha visto cómo la mayoría de pueblos y ciudades de España han cambiado en estos 25 años para mejor. Una buena autovía, un centro hospitalario (el que aún no tienen en Benavente), una guardería para niños con padres imposibilitados por su trabajo para atenderlos... son hechos contundentes, se imponen por ellos mismos y sobran las palabras. Es precisamente la ausencia de obras concretas que mejoran nuestras vidas las que necesitan palabras. Muchas palabras. Y muchos folletos.

Un millón cien mil folletos y 152.000 euros nos costará a los contribuyentes catalanes el capricho de nuestro presidente Maragall de convencernos de lo bien que ha hecho su trabajo de gobierno el tripartito catalán.

Es un escándalo derrochar el dinero público para hacerse publicidad él y su tripartito. Tratar ahora de convencernos con palabras de lo que no han conseguido persuadirnos con hechos es pura propaganda. Hartos hemos quedado de Estatuto. Qué nos enseñen las minutas de las infinitas cenas y comidas que se han metido entre pecho y espalda en reservados de lujo para conseguir cabrearnos a todos, a los que estamos en contra, a los que estamos a favor y a los que estamos hasta el gorro.

¿Nos dirán las listas de espera en los hospitales que no se han reducido por dedicar su tiempo y el dinero de todos a crear inspectores lingüísticos o universidades de verano donde invitan a Otegi?

¿Nos dirán cuántas viviendas de protección oficial han dejado de hacer por no haber dedicado su tiempo y su voluntad a impedir que se especule con el suelo de nuestro territorio?

¿Nos dirán cuantos ciudadanos de bien han sufrido asaltos y agresiones a sus viviendas por haber precipitado la marcha de la Guardia Civil frívolamente? ¿Nos dirán cuánto estres y miedo psicológico se ha apoderado de nosotros en materia de seguridad ciudadana mientras ellos discutían si somos o no somos una nación?

¿Nos dirán los planes y presupuestos que han hecho durante estos mil días de pesadilla para prevenir los incendios del presente verano o nos relatarán los carísimos viajes que se han pegado para reivindicar la selección catalana de hockey?

¿Nos dirán cuál ha sido el aumento de analfabetos funcionales o cuántas nuevas agresiones a profesores y a alumnos ha habido en nuestras escuelas por la absoluta dejación de sus funciones de Gobierno en materia educativa?

¿Nos dirán qué hacen para solucionar los muchos problemas vitales que sufren los inmigrantes extranjeros o se volverán a gastar el dinero en temas identitarios como editar 1.100.000 DVDs con el himno de Els segadors y un valor de 293.000 euros? Sí, aunque no se lo crean, lo van a hacer. Ya lo han sacado a concurso público.

Las olimpiadas de 1992 de Barcelona nos abrieron Barcelona a las playas robadas por el tiempo y nos dejaron una ciudad maravillosa. Explicarlo hubiera sido redundante. Ahora, con la nada como acción de gobierno, explicarse es una necesidad para merendarnos el coco y manipular la realidad. Pero están tan acostumbrados aquí los nacionalistas, los unos y los otros, a tapar la realidad sucia que han creado con la realidad virtual que publicitan que dudo si tienen capacidad ya de discernir entre la una y la otra.

Se me ocurre que con esos 152.000 euros podrían producir un programa en TV3 cuyo guión sería el siguiente: Durante los próximos tres meses pasarían por los estudios ciudadanos de todas las condiciones sociales de Cataluña para resaltar la labor del Gobierno. Es posible que no resaltaran casi ninguna, pero rajar, lo que se dice rajar de nuestro presi y de su escudero Montilla, rajarían mucho.

De nada, señor Maragall.

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