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Antonio Robles

La ola del Doce de Octubre

Atrévete a pensar, decía Kant; atrévete a defender tu ciudadanía, me permito sugerirte. Yo iré.

He seguido diferentes foros, me han llamado numerosos amigos; en los comentarios de unos y otros ha habido una misma preocupación: hay que manifestarse, pero es arriesgado hacerlo. O al revés, es arriesgado manifestarse, pero no tenemos otra. Si queremos despertar, sacar a los ciudadanos catalanes del éxtasis virtual nacionalista, no hay más remedio que salir a la calle. Son ya demasiados años callados, dejando crecer la falsa idea de que Cataluña se reduce al nacionalismo. Las cosas se han puesto feas, y lo que antes del 11 de septiembre pasado era una amenaza, ahora puede convertirse en una pesadilla de la noche a la mañana.

¿Y por qué es arriesgado hacerlo? Porque competir con una manifestación de 300.000 independentistas convertidos en 1.500.000 por obra y gracia de la repetición de una mentira es ayudar a los nacionalistas a demostrar que Cataluña son ellos. ¿Cómo competir con toda la propaganda institucional, mediática y subvencionada? El mero intento es ridículo. Hoy Cataluña vive en un constante spot independentista. En el mejor de los casos, sólo serán unos miles que nunca podrán resistir la comparación, ni competir con la maquinaria de propaganda de los medios de comunicación catalanistas para contar ese relato. ¿Y por qué no asistirán en masa, como en masa salieron a festejar con la bandera española el triunfo en el mundial de fútbol? Porque la hegemonía moral nacionalista ha destrozado la autoestima española en la Cataluña pública. Simplemente no se atreven a salir a la calle, identificarse o que los identifiquen. Eso es todo.

No es, sin embargo, el número lo peor. Lo peor es que quienes habrían de asistir en masa no se atreven a hacerlo, y los cuatro tontos útiles de Falange que colaboran con el nacionalismo en su relato de una España franquista frente a una Cataluña democrática acaban siempre por aparecer. Cincuenta de esos muchachotes fueron los únicos que salieron para contraponer España a las consultas independentistas por el derecho a decidir en Arenys de Munt. Con el brazo en alto y la constitucional de fondo, para más inri. Las del pollo se las habían requisado los mozos de escuadra. Faena impagable para las cámaras de TV3. Un relato perfecto para contraponer la manifestación "cívica, pacífica, familiar, de catalanes laboriosos y pacíficos amantes de la democracia", como repiten sin cesar los clones de Artur Mas en mil tertulias y vanguardias goebbelsianas, a una concentración de cuatro españolazos casposos, fachas y violentos con la bandera del pollo. Y si no aparecen, ya se encargarán ellos de hacerlas aparecer.

Esos son los riesgos. Pero por una vez parece que las redes sociales, y seguramente la necesidad, han logrado el milagro de organizarse, previendo incluso los avatares nefastos de esos nostálgicos del pasado. E invitándoles a que dejen de joder con la pelota.

A medida que avanzaban los días, los temores han remitido y las adhesiones se han multiplicado. Muchas organizaciones cívicas y dos partidos con representación parlamentaria, C’s y PPC, han dado su apoyo. A título individual, también algunos militantes del PSC. Y UPyD ha animado a su militancia a sumarse a la concentración.

A pesar de los temores, ha acabado por prevalecer la necesidad de ir a la Plaza de Cataluña a las 12 de la mañana con banderas españolas, catalanas y europeas. Serán siempre menos. En comparación. Pero un día había de ser el primero para empezar a perder el miedo y servir de ejemplo a miles de ciudadanos de Cataluña que hasta este viernes nunca se habían planteado coger una bandera constitucional y salir a la calle con la misma legitimidad y derecho con que lo hacen miles de independentistas con la estelada. El spot dignísimo, la ola crece. Todo depende de ti.

Quien crea que el independentismo ha ganado la partida, aún no ha contado con el miedo que está generando, ni con la respuesta de la ciudadanía en la intimidad de las urnas. Atrévete a pensar, decía Kant; atrévete a defender tu ciudadanía, me permito sugerirte. Yo iré. 

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