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Armando Añel

La ley de Murphy

Por primera vez en mucho tiempo, Argentina tiene ante sí la posibilidad de abandonar el estancamiento al que décadas de estatismo y corrupción la han reducido. Al menos, de intentar abandonarlo eligiendo a un candidato a la presidencia que, también al menos, ha puesto el dedo en la llaga del padecimiento nacional. Si el repunte que le atribuyen las últimas encuestas se hace carne de votante, Ricardo López Murphy podría apuntar a la Casa Rosada en las elecciones del próximo domingo.

La crisis interna del peronismo ha beneficiado a un aspirante que no debería necesitar esta clase de servicios, pero a los que, sin embargo, ha sabido sacar provecho. En Las leyes de López Murphy, una suerte de listado donde el candidato por el Movimiento Federal Recrear ajusta cuentas con sus competidores, se pone en tela de juicio la pertinencia del justicialismo como opción política: "Si no pudieron elegirse entre ellos, ¿por qué íbamos a elegirlos nosotros?", inquiere el ex ministro de Economía refiriéndose a sus tres inmediatos contendientes, peronistas todos: El ex presidente Menem –impresentable pero peligroso–, Rodríguez Saá –representante del izquierdismo más rancio– y el gobernador Néstor Kirchner, quien ha llegado a "acusar" a Murphy de ser punta de lanza de la "operación de una embajada muy influyente" (la de EEUU). No es para menos. La penúltima recta de la carrera por la presidencia no parece apta para todas las edades, y hay que detener como sea a un competidor eléctrico, aun recurriendo al embuste.

"Un experimento o prueba no es nunca un completo fracaso; siempre puede servir como un mal ejemplo", se afirma en el libro que seguramente inspiró las "leyes" del candidato por Recrear: La frase debería inspirar a Argentina en su conjunto, a tiempo de asimilar el mal ejemplo del completo fracaso peronista. El efecto sorpresa de Ricardo López Murphy –que reúne en una misma persona dos cualidades de rara avenencia: el ímpetu del animal político y el discernimiento del liberal avezado– pudiera ir a más, como la bola de nieve del lugar común adquirir cada vez más cuerpo. Y no precisamente cuesta abajo.


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