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Armando Añel

La prehistoria del fútbol

Un día se invalidarán los récords de nuestra época, y los cronistas hablarán de la era previa a la aplicación de las nuevas tecnologías como de una especie de tiempo muerto en el que aún no había aparecido "el hombre sobre la tierra".

El Mundial de Sudáfrica será recordado, entre otras cosas, por la posición infantil de la FIFA ante sus escandalosos errores arbitrales y de todo tipo (el balón Jabulani, por ejemplo). Con la tecnología de punta al servicio del desarrollo en prácticamente todos los campos del acontecer humano, resulta poco menos que ridícula la negativa de los máximos responsables del fútbol mundial a servirse de ella.

Señala un cable de EFE la contradicción que supone "tener en un estadio 32 cámaras de televisión y, en cambio, no utilizar ninguna para evitar errores como el del 27 de junio, en el gol de Lampard". Una contradicción directamente relacionada con la corrupción y el inmovilismo que ahogan a la FIFA. El fútbol, el más vistoso y multitudinario de todos los deportes, debería dar el ejemplo y encabezar la revolución tecnológica que en el campo deportivo demandan desde hace años especialistas y aficionados.

Ahora, tras el escándalo de este domingo, con dos errores arbitrales enrareciendo el transcurso natural de los octavos de final –sin contar los otros, clamorosos, cometidos durante la fase de grupos–, y en definitiva del Mundial en su conjunto, la FIFA, como el avestruz, esconde la cabeza en la arena: ha dado instrucciones a los responsables de los estadios para que no se reproduzcan las jugadas conflictivas en las pantallas gigantes, durante los partidos. "La FIFA no comenta las decisiones arbitrales, y el tema de la introducción de nuevas tecnologías es competencia exclusiva del IFAB (International Football Associations Board), que en mayo pasado se mostró contraria", ha saldado el portavoz del organismo, Nicolas Maingot.

Vivimos la prehistoria del fútbol, y Joseph Batler, presidente de la FIFA desde hace tantos años que uno ni se acuerda, es un dinosaurio condenado a desaparecer como referente. Un día se invalidarán los récords de nuestra época (ni Brasil habrá ganado cinco veces, ni Alemania tres, ni Inglaterra una), y los cronistas hablarán de la era previa a la aplicación de las nuevas tecnologías como de una especie de tiempo muerto en el que aún no había aparecido "el hombre sobre la tierra", esto es, las estadísticas fiables sobre la historia del fútbol. Es risible que en pleno tercer milenio millones y millones de personas vean claramente que un gol crucial es anulado en una Copa del Mundo, y que el árbitro que lo hace, mientras contempla impávido la repetición de su error en pantalla, insista en el despropósito. Que no hablen de tradición ni de esencias (pura retórica). Nada de lo que se registra ahora, y se ha registrado, valdrá en el futuro.

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