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Borja Prieto

Rescate para la industria del porno

Un nuevo medio como la red supone nuevas formas de hacer las cosas y nuevas formas de ganar dinero. Hay quien se adapta y prospera, y hay quien se aferra a lo único que sabe hacer mientras acusa a todos los demás de quitarle su dinero.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Ignoro si el magnate de la industria del porno Larry Flint conoce el dicho, pero sin duda lo aplica. El sexo es más importante que los coches, afirma, así que si se ayuda a los fabricantes de automóviles, el Gobierno también puede dar 5.000 millones a los fabricantes de porno, que según él están afectados por la crisis.

En realidad, lo que ha herido gravemente a la industria del sexo no es la crisis sino internet. Ya nadie compra porno en los formatos tradicionales como revistas o DVD. El porno se consume en internet. Así que a este negocio le pasa como a la música o a los periódicos en papel: no tienen futuro si no asumen que el futuro pasa por internet.

Ahora bien, un nuevo medio como la red supone nuevas formas de hacer las cosas y nuevas formas de ganar dinero. Hay quien se adapta y prospera, y hay quien se aferra a lo único que sabe hacer mientras acusa a todos los demás de quitarle su dinero.

Se adapta, por ejemplo, Penthouse, uno de los clásicos, que ha pasado de estar en bancarrota en 2003 a ingresar más de 260 millones de dólares el último año e incluso intentar una salida a bolsa. Lo ha conseguido comprando una red de sitios de ligue online que incluyen el osado AdultFriendFinder, pero también Bigchurch.com, un sitio de citas para cristianos. Parece que es negocio, después de excitar al personal, animarle a que encuentre a alguien con quien pasar de lo virtual a lo real.

Se adapta también el grupo Nine Inch Nails, que ha conseguido que su disco Ghosts I-IV haya sido el más vendido este año en Amazon. En lugar de quejarse amargamente por la piratería, lanzaron el disco con licencia Creative Commons. Es decir, que cualquiera podía bajarlo, compartirlo, grabárselo a un amigo... sin que su cantante favorito le llamara pirata o ladrón. La reacción de muchos fans ha sido pagar por algo que podían tener gratis. Porque era bueno, y porque querían compensar a quien había creado esa obra.

La última "locura" de Trent Reznor, el líder del grupo, ha sido promocionar el lanzamiento en BitTorrent de 400 Gb de grabaciones de conciertos realizadas por sus fans. En lugar de perseguir la grabación "ilegal", Reznor ha visto el contenido, le ha parecido fantástico y ha animado a sus seguidores a que se lo bajen e incluso lo editen o modifiquen como quieran. Exactamente lo contrario que el artista nuevamente conocido como Prince, que demandó a una mamá por colgar en Youtube un vídeo de su bebé haciendo monerías mientras sonaba de fondo una canción del susodicho.

La ayuda del Gobierno es el recurso de los incompetentes, de los que no saben adaptarse, de los que se aferran a un modelo de negocio caduco, de los que ya son incapaces de hacer algo que interese al público. Esos son los que necesitan rescates, leyes antipiratería y subvenciones. Los negocios y los artistas que aportan valor no tienen problema para ganar dinero honradamente.

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