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Bruce Bartlett

Bush se está pareciendo a Nixon

Las percepciones suelen ser más importantes que la realidad misma. Así suele pasar en la política porque la gente se basa en impresiones, aun cuando son inciertas. Un ejemplo de ello es la extendida creencia que el ex vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle, es algo bruto, algo que a mí me consta que es falso porque trabajé con él hace años en el Senado. Pero una vez que esa idea echó raíces, a cualquier cosa que hiciera Quayle se le buscaban errores.
 
Me temo que el presidente George W. Bush está en peligro de crear una percepción sobre si mismo que podría resultar igualmente difícil de erradicar en el futuro: que se parece a Richard Nixon. Algo que ha surgido por la disposición de subordinarlo todo a lograr la reelección, sin que importen las consecuencias a largo plazo.
 
La primera vez que me di cuenta de esto fue en agosto, luego de oírlo en el programa de radio de Rush Limbaugh y leer una columna de William Safire en el New York Times. Desde entonces, varios analistas han notado similitudes entre ambos presidentes.
 
El 20 de octubre, Bob Samuelson escribió en Newsweek que los dos presidentes tenían la misma obsesión de mejorar la economía a cualquier precio, incluyendo el de incrementar el déficit fiscal mucho más allá de lo justificado por las actuales condiciones económicas.
 
Jacqueline Doherty, en el semanario Barron’s del 17 de noviembre, mencionó los “espantosos paralelos” entre Nixon y Bush, sugiriendo que el resultado de los esfuerzos por estimular la economía podrían parecerse a la dolorosa experiencia de Nixon. Con ello no se refería a la renuncia del presidente sino a la combinación de ínfimo crecimiento económico e inflación.
 
Jim Pikerton en el diario Newsday, el 18 de noviembre, escribió sobre los paralelos entre Vietnam e Irak. Nixon, lo mismo que Bush ahora, prometió el fin a corto plazo de la participación de EEUU y que de la pacificación se encargarían las autoridades locales. Pero, al mismo tiempo, prometía una gran victoria, con lo cual se intentaba complacer tanto a las “palomas” pacifistas como a los “halcones” partidarios de la guerra.
 
Dana Millbank informó en el Washington Post del 25 de noviembre de la similitud de los estilos de Nixon y Bush. Ambas administraciones trataron de alejarse de los tradicionales grupos dirigentes –tanto en la política como en la sociedad de la capital– y cada vez que podían daban calabazas a los periodistas de Washington, dando preferencia a los medios del interior del país. Ambos presidentes están obsesionados por la posible filtración de información confidencial a los medios, mientras que cualquier insinuación de conflicto interno la toman como evidencia de deslealtad.
 
Ese mismo día, Limbaugh dijo que Bush estaba imitando a Nixon, gastando dinero del gobierno para comprar el voto de grupos de presión, lo que hace que peligre el apoyo a Bush de la parte de los conservadores que quieren un gobierno limitado y no la expansión del gobierno y de los programas de ayuda social. Tom Raun de Associated Press escribió el 29 de noviembre que Bush “está repitiendo los pasos de Nixon de hace tres décadas”.
 
Todo esto es muy peligroso para el presidente Bush. Nixon es el único presidente odiado tanto por la izquierda como por la derecha. Los izquierdistas no le perdonan Watergate ni las revelaciones y caída del espía soviético Alger Hiss, mientras que a la derecha le repugnó los controles de precios y de salarios, la creación de la agencia reguladora del medio ambiente y sus intentos de acercamiento a la Unión Soviética y a China comunista.
 
Con tantos periodistas de derecha comparando a Bush con Nixon, los periodistas de izquierda no tardarán en hacer lo mismo y, debido al control que la izquierda mantiene sobre los medios de comunicación, tendrá una mayor repercusión. No será nada bueno para la campaña de reelección de Bush y el presidente lo puede evitar gastando un poco de capital político en la defensa de principios fundamentales.
 
©  AIPE
 
Bruce Bartlett es economista y académico del National Center for Policy Analysis (NCPA).

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