Menú
Carlos Ball

Chávez arremete contra la prensa y el mercado

A los caudillos latinoamericanos siempre les ha disgustado tanto la prensa como el mercado financiero. Ambas instituciones revelan los pecados del régimen, el cual reacciona violentamente, denunciando supuestas conspiraciones contra la patria.

El diario Washington Post publicó un editorial el 2 de noviembre titulado “El próximo Fidel Castro”, donde alertaba al nuevo presidente de Estados Unidos sobre la necesidad de “limitar la exportación de la ideología del Sr. Chávez”. El editorial añade que “sería tonto asumir que él no creará problemas donde pueda; un escenario de pesadilla sería que reconociera la legitimidad del un estado secesionista declarado por los rebeldes colombianos”.

Dos días más tarde, el Sr. Andrés Mata, actuando como presidente encargado de la Cámara Venezolana Americana de Comercio, escribió una dura carta pública al Washington Post, afirmando el cariño de Chávez hacia Estados Unidos: “En su viaje del mes pasado a Houston y Atlanta, el Presidente públicamente declaró que Venezuela es un país amigo y aliado de los Estados Unidos; y seguirá siéndolo”. Explica que Ven-Am Cham ”abarca a casi todas las empresas norteamericanas y multinacionales que operan en Venezuela” y termina deplorando las “afirmaciones injustas y erradas” de ese diario.

Cartas de cabilderos tratando de ganar puntos con el gobernante de turno no suelen ser noticia. Pero resulta que el Sr. Mata también es editor del pricipal periódico venezolano, El Universal, y vicepresidente regional de la comisión de Libertad de Prensa de la SIP.

El 5 de noviembre, en su programa dominical de radio, el presidente Chávez no sólo arremetió contra el Wahington Post sino que acusó a Andrés Mata y a “sus amigos” de estar por detrás del editorial “porque yo tengo amigos en todas partes, sé con quien te reúnes, sé lo que te molesta”, añadiendo que Mata “es muy descarado porque no sabe disimular”.

El programa radial del presidente duró lo normal, cinco horas y media. Recordó que de candidato le negaron la visa americana, pero a los cuatro días de ser presidente se la llevó personalmente el embajador. Anunció asimismo el comienzo de una rebelión ética por parte de los periodistas venezolanos en contra de los valores antigubernamentales de los dueños de los medios de comunicación, a quienes acusa de distorsionar los logros de su administración. Eso suena a declaración de guerra, sin toma de prisioneros.

Además de la prensa, la Bolsa de Valores es otra institución que no le hace ninguna gracia a los caudillos porque tiende a restarles poder. Si los empresarios logran acceso a capital privado, no tienen que recurrir a los bancos del estado ni a las corporaciones de fomento industrial, lo cual corroe las bases fundamentales del compadrazgo mercantilista en que se apoya el régimen del caudillo.

El gobierno de Chávez ya convirtió a la Bolsa de Comercio de Caracas en pueblo fantasma. A cada operación bursátil se le aplicaron no menos de cuatro veces el impuesto al débito. Y el gobierno venezolano favoreció la adquisición por parte de una empresa extranjera de la compañía que con 68 mil accionistas representaba casi la mitad del volumen diario de la Bolsa.

En junio, AES, empresa eléctrica de Virginia, compró 87% de las acciones de la Electricidad de Caracas (EDC), la cual algunos la considerábamos símbolo de la eficiencia capitalista venezolana. Fundada en 1895 por don Ricardo Zuloaga, cuando la mayoría de las ciudades del mundo tenían todavía iluminación a gas, EDC por más de un siglo fue ejemplo de servicio público y era una piedra en el zapato para las infames empresas eléctricas del estado.

Una empresa extranjera que compra a mitad de valor libros a EDC parecería algo inaceptable para un caudillo nacionalista, pero Chávez aplaude la rápida desaparición de la clase empresarial venezolana. Los gerentes extranjeros no se inmiscuyen en la política ni apoyan a la oposición. EDC, por más de dos años, trató infructuosamente de conseguir que PDVSA –el monopolio estatal petrolero- le fijara precios a futuro de gas, para hacer grandes inversiones en nuevas plantas. Nunca le contestaron.

Paralelamente, Chávez está nombrando a sus compañeros del ejército a los puestos clave de la administración y de las inmensas empresas estatales, como PDVSA y su filial Citgo en Estados Unidos. Los pocos ejecutivos petroleros que quedan con rastros de cultura empresarial tienden a defender los intereses de la empresa. Eso ya había perdido fuerza con la eliminación de las operadoras que hasta cierto punto competían entre sí. Ahora simplemente se ejecutan las órdenes militares que provienen del comandante en jefe.

© AIPE

Carlos Ball dirige desde Miami la agencia de prensa AIPE y es académico asociado del Cato Institute.

En Internacional

    0
    comentarios