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Carlos Ball

Nacionalizaciones en EEUU

El economista Greg Mankiw, cree que la denominación apropiada es la de "comisario" porque "zar" se refiere a la Rusia anterior a la revolución comunista. Otros piensan que el término gauleiter de los nazis sería más adecuado.

En Venezuela viví el deterioro del país, en la medida que crecía el Estado y los políticos no se conformaban con gobernar sino que también pretendían concentrar el poder económico en sus propias manos. Así procedieron a nacionalizar los teléfonos, el petróleo, el gas, el hierro, etc. Posteriormente, tras la politización del Banco Central y la imposición de controles cambiarios, los dirigentes políticos lograron determinar a dedo quiénes se enriquecerían y quiénes se arruinarían. Entonces, satisfacer la demanda de los consumidores perdió importancia frente a la necesidad de complacer al burócrata y ganar puntos frente a los políticos poderosos. En 1999, Chávez llegó al Palacio de Miraflores como representante del cambio, pero pronto se dedicó a acumular poder y a favorecer a quienes lo adulaban, hasta que se quitó la careta "democrática" y se declaró marxista.

Hoy, aquí en Estados Unidos, los políticos avanzan en la nacionalización de la banca, del sistema hipotecario, de los seguros, de la atención médica y de la industria del automóvil. Claro que no lo plantean en esos términos, pero en Washington discuten, con caras muy serias, acerca del nombramiento de un "zar" para que supervise las operaciones de General Motors, Ford y Chrysler.

El economista Greg Mankiw, profesor de Harvard, cree que la denominación apropiada para ese cargo es "comisario" porque "zar" se refiere a la Rusia anterior a la revolución comunista y al surgimiento de la planificación central. Otros piensan que el término gauleiter de los nazis sería más adecuado.

La condición que muchos políticos aspiran imponer a los fabricantes de Detroit para concederles unos 15.000 millones de dólares, procedentes del bolsillo de los contribuyentes, es que se dediquen a diseñar, producir y vender vehículos "verdes", es decir híbridos, con motores de hidrógeno o eléctricos, para así frenar el "calentamiento global". Esa meta no parece alcanzable ante la drástica caída del precio del petróleo, pero para contrarrestarla, algunos políticos y grupos ecologistas, como el Sierra Club, han propuesto aumentar el impuesto federal de la gasolina a 3 dólares por galón. Poco importa que destacados científicos hayan descubierto que el mayor calentamiento del planeta ocurrió antes de 1940, cuando existía una ínfima fracción del actual número de vehículos circulando por las calles y carreteras del mundo.

Vale la pena recordar que el reciente programa gubernamental de subsidios al etanol no logró otra cosa que inversiones fracasadas y un drástico aumento del precio de los alimentos, lo cual perjudicó especialmente a los más pobres, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Proyectos parecidos resultarán mucho más dañinos en tiempos de recesión económica, de caída de la bolsa y de creciente desempleo.

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