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Carlos Pérez Gimeno

El agente 007 (millonario) de Norma Duval

Cómo cambian algunas personas en tan poco tiempo. De ser un personaje accesible, portada de revista en infinidad de ocasiones y protagonista de posados familiares, a la desaparición más absoluta.

Cómo cambian algunas personas en tan poco tiempo. De ser un personaje accesible, portada de revista en infinidad de ocasiones y protagonista de posados familiares, a la desaparición más absoluta. Y después de estar casada con un señor y no despegar la boca, “muda como Belinda”, de pronto llega el divorcio y todo vuelve a cambiar. Renace de sus cenizas como el Ave Fénix.

Me refiero a Norma Duval: desde su separación de José Frade hace unos meses, ya ha concedido dos entrevistas en exclusiva a la revista ¡Hola! La última hace un par de días. Un posado simulando a una sirena. Una isla paradisíaca. No salgo de mi asombro. Un reportaje en el que se sincera mostrando todos sus sentimientos, contando el momento en que sintió ese “flash” y vio a su nuevo amor bajando de su helicóptero privado. Para ella era como un James Bond, un agente 007. Una historia conmovedora donde las haya. Viendo estas cosas, ¿habrá alguien que no crea en el amor?

En el reportaje las fotografías no le hacen justicia debido a tanto “photoshop”. Lo digo porque un día antes de salir a la luz esa “Norma sin igual”, coincidí con ella en un estreno de teatro donde su hermana Carla es una de las protagonistas de la obra. La Duval, al natural, estaba mucho más guapa. Se mostró amable y poco habladora, pero todo tiene su explicación: al día siguiente lo contaba todo en la revista. Lo poco que dijo fue lo feliz y lo tranquila que estaba y que lo había pasado fatal hacía un tiempo a causa de una depresión. “Me pasaba el día llorando”, confesó. Afortunadamente, con Mathias está muy bien aunque contó que a él también le había afectado la crisis y que, a consecuencia de eso, se había visto obligado a reducir la plantilla. Al preguntarle por su ex marido, respondió: “Le he querido mucho pero las cosas cuando no pueden ser, terminan”. Acerca de la salud de su madre, comentó que se encontraba mucho mejor, y que ya estaba en casa, pero no especificó la dolencia. Todo un misterio.

Me quedo de piedra cuando de pronto veo a Harrison Ford en Madrid. No es que me lo haya encontrado por casualidad, sino que el actor ha venido a promocionar su última película, “Medidas Extraordinarias”, un dramón. Se presentó ante los medios de buen humor, como debe ser cuando se está de promoción, aunque hay otros que encima están de mal talante. Vestía normal, de sport; hasta ahí todo bien, pero cuando me fijo le veo el pendiente que lleva en la oreja izquierda y me pregunto cómo se puede tener tan poco gusto. No daba crédito a lo que estaba viendo y, sobre todo, hay que tener en cuenta la edad de este señor, que tiene ya 68 años. Todo tiene su momento, ¿o no? Qué mal…

Así es como se encuentra José Ortega Cano con las dichosas peleas televisivas entre algunos miembros de su familia y los Mohedano. Le tienen harto. El diestro no levanta cabeza: conoce a Rocío Galán, y de pronto se descubren los negocios un tanto peculiares a los que se dedicaba su “amiga” y la familia de ésta. Después del “soponcio” que se llevó cuando se enteró de la famosa “Operación Toscana “, el diestro habló de ello hace unos días en Madrid en el transcurso de un homenaje que le rindió una asociación de mujeres vinculadas al mundo del vino. Ortega lo volvió a dejar claro: no le une ninguna vinculación con esa familia. Bastante tiene con la suya y con la de la tristemente desaparecida Rocío Jurado. El juego que sigue dando “La más grande” después de fallecida… como levantase la cabeza, los iba a poner a todos en su sitio.

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