La hija de Isabel Preysler volvió a deslumbrar en la fiesta que organizó la prestigiosa marca Moët Chandon, en Madrid, en la que Tamara fue la encargada de amadrinar el único champagne del mundo que se puede beber con hielo.
Vestida de rojo con un modelo de Christian Dior, atendió a todos medios con la educación que la caracteriza.
Cada vez se parece más a su madre, posee un estilo propio, y es uno de los personajes mas queridos por la prensa del panorama social.
No tuvo ningún reparo en comentar lo mucho que le ha cambiado la vida desde que ha descubierto la religión: "Unas amigas me han enseñado a rezar el rosario".
Del príncipe de Gales, comentó que le llamó la atención su simpatía, y a ella en concreto le preguntó si en España había mujeres toreras, a lo que Tamara le respondió que sí.
Cuando habla de Miguel Boyer, lo hace demostrando que siente un gran cariño por el marido de su madre. Comentó que está convencida de su recuperación, aunque es consciente de que va a ser un proceso muy lento. "Ya anda y habla, aunque todavía lo hace muy despacio y con dificultad", explicó Tamara, que añadió que su madre "está permanentemente pendiente de él".
De sus amoríos, no quiso hablar. Se limitaba a reírse y así evitar mas preguntas, pero sí reconoció que con su último novio, Tommaso, había coincidido en una boda. Dejó en el aire una posible reconciliación.
Indiscutiblemente, deslumbró en una noche en la que el champagne francés fue el protagonista, y Tamara con su savoir faire, bien pudo emborracharse de éxito, ya que volvió a ser la más aclamada. Estas líneas solo son la resaca que provoca su simpatía arrolladora, motivo por el cual cada día que pasa está más solicitada, y no cabe duda de que va a ser la sustituta de su madre.
En esta ocasión sí se puede aplicar el refrán de tal palo, tal astilla.