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Carlos Pérez Gimeno

La guerra de la familia García Cereceda

La viuda y la otra hija se quedaron de una pieza cuando de repente Yolanda comenzó a leer una carta dirigida a su padre.

La muerte del empresario Luis García Cereceda era, desgraciadamente, esperada. Hace un par de años le detectaron un tumor cerebral. Para muchos es posible que este nombre no les diga nada, pero hay que decir que era uno de los hombres más ricos de España.

Le gustaba pasar desapercibido y huía de ostentaciones, le gustaba estar con su familia y amigos, y no es porque acabe de fallecer, pero sí es cierto que era una persona muy querida. Se casó en dos ocasiones. De su primer matrimonio tuvo dos hijas, Yolanda y Susana. Con su segunda esposa, Silvia Gómez, no tuvo hijos.

Las hermanas, a pesar de ser sólo dos, no están unidas en absoluto y son totalmente diferentes una de la otra, hasta el punto de llegar a protagonizar en los últimos meses una historia muy desagradable con denuncias y acusaciones. Una situación tan tremenda que llevó a que Susana llegara a solicitar la custodia de sus sobrinas alegando que su hermana no estaba capacitada para encargarse de su educación.

El empresario hizo en vida reparto de la herencia, y a raíz de ese hecho surgieron los problemas familiares. Al magnate de la construcción se le calcula una fortuna valorada en más de 1000 millones de euros.

Por la capilla ardiente pasaron a darle su último adiós familiares y amigos. Uno de los primeros fue uno de sus íntimos, Felipe González, que apareció sin su novia Mar García Vaquero, Ruiz-Gallardón, Rosa Conde, Nuria González, Alberto Martín, ex marido de Lidia Bosch, y Jorge Verstrynge.

Una vez comenzada la misa, que en un principio iba a ser íntima y entrañable, se organizó un revuelo cuando hizo su entrada su hija Yolanda de la mano de su novio Jaime Ostos Junior. Los que estaban allí no daban crédito, sobre todo después de las declaraciones a una revista del hijo del torero reconociendo su homosexualidad.

La viuda y la otra hija se quedaron de una pieza cuando de repente Yolanda comenzó a leer una carta dirigida a su padre, un tanto complicada. Los allí presentes hicieron el mismo comentario alegando que esa actitud estaba sin lugar a dudas fuera de lugar. No era momento de reprochar nada ni a su otra hermana, ni a la mujer de su padre, que por otra parte ha estado al lado de su marido en todo el proceso de su enfermedad, para decirle lo mucho que le quería y lo mal que se habían portado con ella.

No contenta con montar este numerito, intentó leer otra segunda carta de parte de sus hijos a su abuelo, pero el sacerdote que estaba oficiando la ceremonia cortó de cuajo esa absurda situación. La reacción de ella fue abrazar el féretro e intentar abrirlo para introducir la carta.

Tanto la viuda como la otra hija no tuvieron más remedio que aguantar semejante mamarrachada, pero ahí no acaba la cosa, porque amenazó con pedir la autopsia porque dijo que no ve clara la muerte de su padre. Seguramente todo esto lo veremos en algún programa de televisión. Parece mentira que habiedo sido un hombre tan discreto su hija sea todo lo contrario.

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