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Carlos Pérez Gimeno

Sara Montiel, estafada pero no hundida

El agujero económico puede ascender a los 1500 millones de las antiguas pesetas, nueve millones de euros, en fondos, cuentas y depósitos bancarios.

El pasado 10 de marzo, Sara Montiel cumplió, según ella, 83 años, pero lo celebró hace un par de noches en una conocida sala de Madrid, “Alegoría”. Fue un cumpleaños un tanto especial, ya que estaba marcado por la sorprendente noticia de que la actriz podría estar arruinada, víctima de la estafa de su administrador y a la vez su mano derecha desde que murió Pepe Tous.

El pájaro en cuestión es un tal Paco Fernández. Su amistad se remonta hace muchisimos años: el desaparecido Pepe y él eran íntimos amigos desde niños. Según palabras de la manchega, “le quería como a un hijo”.

Y por ese motivo, Sara le confió la administración de todos sus bienes. Hasta ahí, todo perfecto. El problema comenzó cuando el pasado verano. Saritísima tenía que cobrar 180.000 euros por unas actuaciones y esos pagos no llegaban. Su hija Thais, que es un lince, se dio cuenta de muchas irregularidades administrativas y lo pusieron en manos de la justicia. Se comenta que el agujero económico puede ascender a los 1500 millones de las antiguas pesetas, nueve millones de euros, en fondos, cuentas y depósitos bancarios. El administrador, que se halla en  paradero desconocido, viajaba, al parecer, con asiduidad a Santo Domingo. Se especula con la posibilidad de que el dinero sustraído pueda encontrarse en cuentas en paraísos fiscales.

Según la artista, en Suiza tenía un dinero, heredado de su primer marido, Anthony Mann, que ascendía a mil millones de pesetas. Hace poco tiempo, según palabras de la propia Sara, necesitaba dinero, y de pronto se dio cuenta que no había absolutamente nada en esa cuenta.

A pesar de todos estos acontecimientos Sara comentó que no está arruinada, pero sí muy afectada, hasta el punto de haber tenido que someterse a tratamiento psicológico. Advirtió en todo momento que no quiere dar pena, que confía plenamente en la justicia y que espera y desea que esto pase cuanto antes y así poder recuperar su dinero y el de sus hijos.

Dicen que al tiempo, buena cara. Sara llegó luciendo su famoso babero de esmeraldas y brillantes, haciendo juego con pendientes y sortija. Estuvo muy acompañada por muchos amigos, como Carmen Sevilla, María Rosa la bailarina, Jaime Ostos y su mujer, la doctora Grajal, Pedro Ruiz y tantos otros. Antonio Giménez-Rico tuvo unas palabras muy entrañables para nuestra manchega más universal y dijo que nunca la había dirigido, pero que la puerta estaba abierta. A continuación Joaquín Leguina confesó que Sara siempre fue su amor platónico.

El ambiente era muy agradable hasta que de pronto apareció la baronesa Thyssen. La razón, la desconozco, pero se cargó la fiesta al negarse a posar en el photocall e ignorar a la prensa. No se puede ir de “Época Imperial” por la vida y sólo hacer declaraciones a una revista, y encima aparecer rodeada de guardaespaldas que no dejaron trabajar todos los que estabamos allí convocados para cubrir el acto. Esos embrutecidos no saben hacer otra cosa que empujar, molestar y entorpecer el trabajo. Habría estado mucho mejor que se hubiera quedado en su casa recapacitando sobre su hijo Borja, que no quiere saber nada de ella. Si no quiere hablar con la prensa, está en su derecho, pero que no acuda a un acto en el que sabe que se va a encontrar con ella. Cuántas veces acude a la prensa por muchos motivos y si no, que recuerde el apoyo recibido por todos cuando la famosa frase de “No a la tala”.

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