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Carlos Pérez Gimeno

Una boda real más discreta

Había una gran expectación por ver a la princesa Catalina, que apareció muy guapa, con un traje en tonos beige, un gran sombrero que le favorecía mucho y melena. No quiso en ningún momento restar protagonismo a la novia, que es prima hermana de su marido.

La familia real británica se ha vuelto a reunir al completo para asistir al enlace de Zara Phillips, nieta mayor de la reina Isabel ll, e hija de la princesa Ana, con el jugador de la selección inglesa de rugby Mike Tindall.

El lugar elegido para la ceremonia fue la iglesia de Canongate de Edimburgo, en la que no entraron las cámaras de televisión a pesar de la oferta hecha por la revista ¡Hola!. La familia la declinó alegando un compromiso familiar y por la negativa de la soberana a que se vendiera la boda a través de una exclusiva.

Había una gran expectación por ver a la princesa Catalina, que apareció muy guapa, con un traje en tonos beige, un gran sombrero que le favorecía mucho y melena. No quiso en ningún momento restar protagonismo a la novia, que es prima hermana de su marido, el príncipe Guillermo.

Zara escogió un modelo sencillo con el que no arriesgó nada. Llevaba escote cuadrado, cola corta y como adorno, lució una de las tiaras de su madre, bastante bonita, y muy discreta.

Por su parte, el novio y los testigos vistieron el clásico chaqué. Como siempre, el más elegante, con gran diferencia, fue el príncipe Carlos, que, como viene siendo habitual, fue de gris.

La reina Isabel, en su línea, se decantó por un modelo en color rosa a juego con el sombrero. Camila, duquesa de Cornwall, también eligió un color claro para su vestido y un adorno floral en la cabeza.

El príncipe Andrés llegó con sus hijas las princesas Beatriz y Eugenia, que son las menos agraciadas de la familia, pero las más divertidas, y las que más arriesgan a la hora de elegir vestuario.

Una ceremonia sencilla que no tuvo nada que ver, como es lógico, con la de los duques de Cambridge.

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