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Carlos Pérez Gimeno

Una boda sin sorpresas

La Princesa de Asturias no estuvo nada acertada en la cena con ese traje "palabra de honor" dada su complexión física.

 

Un acontecimiento que los más exagerados la han calificado como la boda del siglo. Pienso que no hay que ser tan extremista, no dudo que sea la del año, y eso que todavía está por llegar la del príncipe Alberto de Mónaco que a pesar de ser un principado de opereta, el casamiento va a ser del heredero.

A este enlace se le podría calificar como de correcto, hay que reconocer que todas las bodas de la Familia Real inglesa, han sido espectaculares, aunque después los matrimonios no hayan durado mucho, y ésta no iba a ser menos, y con el ingrediente de que los novios son guapos.

La decoración de la Abadía de Westminster, con esos árboles en su interior, me pareció de un gusto exquisito, una ceremonia nada pesada, y una música perfectamente escogida.

Como en todas las bodas, la novia es quién se lleva todas la miradas y por consiguiente la que más críticas recibe. A pesar de elegir un diseño de Sarah Burton, de la firma Mc Queen, que le sentaba de maravilla, y que recordaba al traje que lució la princesa Gracia de Mónaco, al traje le faltó volumen, con unos cuantos metros de cola de más y un velo más importante, hubiera sido mucho más vistoso. Lo que fue atroz, el peinado de la novia, esa melena tan poco favorecedora, cuanto mejor un recogido o un moño, con esa diadema de Cartier, que es una preciosidad.

El príncipe Guillermo por el contrario, estaba espléndido con ese uniforme de Coronel de las Guardias Irlandesas.

Sí la novia fue observada al milímetro, ni que decir tiene su hermana Philippa, que acaparó la mirada, no solo de los asistentes, también de los miles de millones de espectadores que siguieron el enlace paso a paso.

Ya hay quienes la ven como la perfecta candidata a novia para el príncipe Harry, recuerdo la misma situación vivida cuando se casaron los Príncipes de Asturias, con Telma la hermana de Doña Letizia que la buscaron un montón de pretendientes.

Éstas bodas dan mucho juego, ya que son una pasarela perfecta, aunque en ésta ocasión, salvo raras excepciones, los invitados no arriesgaron mucho, como es el caso de la Princesa de Asturias, que no estuvo nada acertada, ni en la cena el día anterior a la ceremonia, con ese traje "palabra de honor" bonito pero dada su complexión física, hubiera estado mucho mejor más tapada, y el día de la boda, con ese traje de ese color terracota, que no le va nada bien con su color de piel, y ese sombrerito, tan sobrio, no estaba nada favorecida, nada que ver con el Príncipe Don Felipe que daba gloria verle con su uniforme de Capitán de Fragata. Doña Sofía me pareció muy elegante en la cena, y en la boda muy discreta como es habitual en ella. Su Majestad nunca arriesga.

La española Miriam González, esposa de Nick Clegg, viceprimer ministro del Reino Unido, con ese vestido corto en satén gris y tul de plumeti negro de Miguel Palacio, y el turbante negro con motivos florales, me pareció de las más elegantes.

La princesa Beatriz, una de las hijas del príncipe Andrés que tiene cierto parecido a Pastora Soler, con ese Valentino Alta Costura, y ese tocado tan criticado, me pareció que al menos había apostado por algo original y divertido, no apareció como tantas rancias como la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo.

Victoria Beckham, eligió un modelo diseñado por ella misma, en azul oscuro que le sentaba muy bien, con un tocado discreto, y el pelo recogido en una coleta postiza, que si se hubiera puesto un moño, hubiera acertado de pleno, como la ex Spice, no sabe bajarse de unos tacones para la ocasión eligió unos Louboutin de vértigo pese a su embarazo. Su marido David que ya se ha quitado el tinte rubio, y ha ganado mucho más estaba muy elegante con el chaqué, lastima esa camisa con ese cuello tan poco apropiado.

La reina Isabel II, abuela del novio, me pareció que estaba realmente y nunca mejor dicho muy acertada, pese a su edad elegir ese color entre amarillo y pistacho, fue todo un acierto, como el impresionante broche de brillantes que lucía en la solapa, que para eso es reina y hay que tener poderío. También llama la atención el collar y pendientes de brillantes de Máxima de Holanda o el Matilde de Bélgica.

Una boda que ha llenado de alegría a la Corte Británica, y que además el tiempo estuvo de su lado.

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