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Carlos Rodríguez Braun

Ángeles en lucha

La señora González-Sinde, igual que todos los proteccionistas que en el mundo han sido, se olvida por completo del público, o acaso sugiera que es bobo o víctima manipulada, pero sea como fuere su criterio aquí no cuenta

Ángeles González-Sinde, presidenta de la Academia de Cine, que acaba de celebrar la gala de los Goya, habló así en Expansión: "el cine libra una lucha como la del pequeño comercio con la gran superficie". Este antiguo argumento pasa por encima de la realidad, del público consumidor y de la lógica.

La realidad es que todas las empresas grandes fueron pequeñas, y muchas pequeñas llegan también a medianas. La competencia nunca castiga por sistema al pequeño, ni premia al grande, sino que castiga al ineficiente y premia al eficiente. Se puede ser muy eficiente siendo pequeño y muy ineficiente siendo grande. La apelación instintiva al cuidado de los niños ha sido ampliamente utilizada por el proteccionismo, al menos desde el siglo XIX (infant-industry), pero carece de base. En el mundo económico se repite a menudo la historia del pequeño David, y no hay, por tanto, una simple "lucha" en la que la victoria es patente de antemano.

Además, el argumento olvida quién designa al victorioso en el mercado: el público. La señora González-Sinde, igual que todos los proteccionistas que en el mundo han sido, se olvida por completo del público, o acaso sugiera que es bobo o víctima manipulada, pero sea como fuere su criterio aquí no cuenta, y si desea ver películas norteamericanas eso es algo que puede ser cómodamente ignorado.

Por último, incluso suponiendo que el cine español estuviese inevitablemente condenado por la competencia extranjera, lo que está lejos de ser evidente, incluso en ese caso la lógica proteccionista concluiría que hay que ayudar al pequeño castigando al grande. Asombrosamente, la conclusión en este caso es otra: ayudar al pequeño castigando a otro grande: las televisiones. Doña Ángeles es diáfana al proclamar el objeto de su "lucha": no sólo o no tanto que aumente el porcentaje que las televisiones están forzadas a dedicar al cine español "como el hecho de que tengan que seguir invirtiendo en productores independientes; les obligan a no producir ellos directamente, que es lo que les gustaría, para poder invertir en películas que encajaran en su oferta televisiva". Eso sería prestar atención a la gente, y, por tanto, para nuestros progresistas cineastas es inaceptable.

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