Menú
Isabel Ruiz-Gallardón escribe en La Gaceta de los Negocios: "El desarrollo fomenta los apetitos primarios del hombre, ofrece un mañana más rico en bienes materiales y premia el egoísmo y un radical aislamiento".
 
Doña Isabel comprime en su artículo varios otros disparates, por ejemplo, identificar el materialismo colectivista del comunismo con el materialismo consumista del capitalismo, como si la coacción y la libertad fueran detalles insignificantes de la vida social. Pero concentrémonos en la venerable bobada según la cual la proliferación de bienes materiales comporta la degradación moral.
 
Por extendida que esté esa idea, carece de fundamento. Todo lo que sabemos de los seres humanos primitivos prohíbe concluir que no daban rienda suelta a sus apetitos primarios, carecían de egoísmo y estaban menos aislados que ahora. Lo que postula la señora Ruiz-Gallardón, en suma, no nos dice nada sobre la realidad, y, en cambio, nos dice mucho sobre el pensamiento único, del que ella es fiel repetidora: su clave estriba en desdeñar la libertad y cargarla con toda suerte de vicios. El paso siguiente, claro está, es que el abnegado poder político nos impulse, arrebatándonos la libertad y los bienes, a un paraíso donde no haya apetitos primarios y florezcan la generosidad y la sociabilidad.
0
comentarios