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Carlos Rodríguez Braun

Con la crisis vuelve el keynesianismo mágico

En la actualidad, cuando por fin dejamos atrás ese odioso modelo, cuando por fin la construcción se frena, acuden en tropel los políticamente correctos a pedir ¡más cemento y más ladrillo!

Así editorializó Cinco Días: "Las medidas deben favorecer el acceso a créditos razonables principalmente a las pymes, así como intentar que se alivie la sequía del crédito en los grandes circuitos, para que las grandes empresas puedan empezar a contar con margen de maniobra para nuevas inversiones. Con el fin de impulsar la actividad constructora, serían convenientes fórmulas más keynesianas, como el adelanto de obra pública o el incentivo de la VPO. Pero cualquier medida tiene que cumplir, de forma escrupulosa, la exigencia de que tenga un efecto multiplicador para la economía."

Ahora bien, si la crisis se ha debido a un endeudamiento excesivo, es absurdo recomendar que aumente el crédito. Esta medida sólo retrasará la hecatombe derivada de las malas inversiones, y es posible que la agrave.

Lo de "impulsar la actividad constructora" es aún más insólito. Durante años los socialistas acusaron al PP de ser el responsable del desastre económico, precisamente por haber "apostado por el modelo del ladrillo". Y en la actualidad, cuando por fin dejamos atrás ese odioso modelo, cuando por fin la construcción se frena, acuden en tropel los políticamente correctos a pedir ¡más cemento y más ladrillo!

Además, llama la atención que nadie piense, y desde luego Cinco Días tampoco, en que si el gasto público fomenta la actividad, entonces los impuestos que lo sufragan deben desanimarla en análoga proporción. Salvo que uno crea, y es mucho creer, que cuando los políticos arrebatan a los ciudadanos su dinero y lo gastan, lo gastan mejor, de modo más racional y productivo que cuando los ciudadanos conservan lo que es suyo.

Y hablando de mucho creer, la apoteosis de la arrogante fantasía keynesiana es eso de que los políticos pueden quitarle el dinero a la gente y gastarlo después con la mágica garantía de eficacia del "efecto multiplicador para la economía".

En Libre Mercado

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