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Llego a mi Buenos Aires querido, y me declaro derrotado e incapaz de seleccionar una tontería entre el torrente que anega esta tierra. Por ejemplo, subrayó un sindicalista la necesidad de contar “con un empresariado nacional comprometido con el país”. Por supuesto, no comprometido con la competencia y con los precios más bajos para los consumidores, eso nunca.
 
Como si describiera objetivamente, el periodista Juan Castro Olivera anotó en La Nación: “en los años noventa gobiernos de centroderecha aplicaron dogmas neoliberales”. Peor aún fue un dirigente peronista que aseguró en un programa de radio que el “individualismo liberal” de la década de los noventa (tan “liberal” que subió impuestos, gastos y deuda pública, entre otras muchas tropelías intervencionistas) fue el culpable ¡de la desintegración de las familias argentinas! Remató esta genialidad anunciando que para sacar al país de la crisis basta con fomentar artificialmente el consumo a través de la fiscalidad redistributiva.
 
Más distorsiones. Escribió Daniel Capalbo en la revista Noticias: “Los piqueteros son el emergente de un problema irresuelto: el de la desigual distribución de la riqueza”. En la misma línea diagnosticó el ex terrorista Fernando Vaca Narvaja: “son los sistemas injustos los que generan violencia”. No fue considerada la posibilidad de que los terroristas antes y los piqueteros ahora sean animados por el fanatismo ideológico y político, o por variopintas usurpaciones de los contribuyentes. Menos aún, naturalmente, que los piqueteros o los ex terroristas puedan tener alguna responsabilidad de sus actos pasados y presentes.
 
En fin, por suerte, el sentido del humor sigue a pesar de todo vigente en la Argentina. El ayuntamiento porteño rebajará los impuestos a los comerciantes del llamado “corredor piquetero”, por la Avenida de Mayo entre la Casa Rosada y el Congreso, sitio predilecto de estos manifestantes que cortan por completo el tráfico y provocan altercados y destrozos, todo lo cual está arrastrando a los comerciantes de la zona a la ruina. He escuchado a varios argentinos alegar irónicamente que si tan acertada e insólita moderación tributaria será el resultado de los piquetes, ¡igual sería una buena idea extender su violento gamberrismo a todo el territorio nacional!

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