Propone el término neoprogresista para repetir los tópicos del intervencionismo de toda la vida, la bobada esa del "mercado sin normas y sin control", en fin, ese intervencionismo tan abnegado y que todo el mundo comparte siempre, salvo al parecer a la hora de votar. ¿Por qué será?
A don Carlos no se le ocurre pensar que igual el pueblo es, en alguna medida y acaso en alguna creciente medida, consciente del nivel de la presión fiscal: él no habla de los impuestos más que para defenderlos y para despotricar contra quienes se oponen: "Reniegan de los tributos quienes no creen en lo público". O sea que es una cuestión de fe. Creer o no creer.
Igual podría pensar el doctor Mulas que lo que caracteriza a lo público no es la fe sino la coacción, y que a determinado nivel de coacción ya deja de tener atractivo el mensaje socialista fundamental, que es: no se preocupe usted, que sólo cobraremos impuestos a los demás, que son una minoría, mientras que usted integra la mayoría a la que vamos a proteger. He ahí quizá la clave: en los demás, porque el socialismo está bien mientras no se acabe el dinero de los demás. Cuando se acabe, y siempre se acaba, entonces irán a por usted, porque no hay socialismo sin usurpación de los bienes y libertades de millones de personas, minorías o mayorías, entre las cuales bien puede estar en algún momento dado usted. Y usted lo sabe.