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Curiosa visión de la televisión ofusca a nuestro ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien aseguró que “descarta la privatización” de Radio Televisión Española porque “es un servicio público como existe en prácticamente todos los países europeos”, y concluyó que debe ser racionalizado: “lo que no podemos hacer es cruzarnos de manos”. Todo esto requiere una traducción, porque es verdad y a la vez es un insulto a la inteligencia.

Es verdad que el PP, incumpliendo viejos compromisos, descarta privatizar RTVE, pero la razón fundamental no reside en que es un servicio público que casi toda Europa también padece, sino en que es un poderoso mecanismo de patrocinio y propaganda. Iberia y Telefónica también son servicios públicos y han sido privatizados, como pueden serlo virtualmente todos los servicios públicos.

La excusa de Europa justifica todo; se recordará cómo los socialistas argüían que no pasaba nada con las subidas de impuestos porque seguíamos disfrutando, gracias a su infinita generosidad, de una presión fiscal aún inferior a la de Francia. Pero si las autoridades en buena parte de la UE sangran y atropellan a sus súbditos con el pretexto de las televisiones públicas, ello no es razón para que algún gobierno europeo deje de hacerlo.

También es verdad que los gobiernos sienten ahora una imperiosa necesidad de hacer algo con sus “entes” televisivos y no están dispuestos a cruzar sus manos, pero ello no obedece a que de pronto hayan sido sacudidos por un espíritu liberal de respeto a los ciudadanos. Lo que sucede es que la legitimidad de tanta usurpación se debilita a grandes pasos. La gente ha visto, con la privatización, que se puede tener televisión gratis y también, por muy poco dinero, de pago. También ha visto la basura que difunden desde las emisoras públicas. Y, lógicamente, está menos dispuesta que antes a que le arrebaten el dinero por esta absurda causa. Esa protesta creciente es lo que inquieta a los políticos; por eso hablan ahora de “racionalización”. De lo último que hablan, de lo último que hablarán, es de sus manos, quiero decir, de quitarlas para siempre de las carteras adonde las tienen metidas.

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