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Carlos Rodríguez Braun

Liberales ultras y sagrados

Uno jamás diría de la madre Teresa de Calcuta: "era ultrasolidaria". Y, naturalmente, el prefijo no se aplica nunca al socialismo, que al parecer está alejado por definición de todo el siniestro extremismo que la idea de ultraliberalismo evoca.

Juan Luis García Alejo, director de análisis de Inversis Banco, dijo en El País: "Esta crisis ha acabado con la ola de ultraliberalismo de los últimos años". Y Andreu Missé entrevistó en el mismo diario a Joaquín Almunia y le preguntó: "¿No cree que la sacralización del mercado y la desregularización ha contagiado a todos los Gobiernos, incluidos los de izquierda, y que ahora se plantea un nuevo equilibrio entre Estado y mercado?".

El prefijo ultra adherido al liberalismo, mucho más aún que el prefijo neo, tiene connotaciones básicamente peyorativas. De hecho, es casi imposible que las tenga laudatorias. Uno jamás diría de la madre Teresa de Calcuta: "era ultrasolidaria". Y, naturalmente, el prefijo no se aplica nunca al socialismo, que al parecer está alejado por definición de todo el siniestro extremismo que la idea de ultraliberalismo evoca.

Pero ese extremismo insano, para que no carezca de sentido, tiene que referirse a la supresión del Estado. Digamos, si liberalismo significa la contención de la coacción política y legislativa para propiciar la libertad, el ultraliberalismo tiene que significar la prolongación excesiva de esa misma línea, lo que lo aproximaría al caos anárquico o la ley de la selva. El señor García Alejo no puede seriamente pretender que creamos que en los últimos años han desaparecido los Estados, sus regulaciones y sus impuestos. Y si no ha sucedido así ¿qué quiere decir el tan zarandeado ultraliberalismo?

La misma asimetría aflige al señor Missé, cuya pregunta es en realidad retórica, porque da por supuesto que hasta ahora el mercado y la desregularización eran sagrados, dignos de la máxima veneración y respeto. Otra vez, uno no juega con lo sagrado, y por tanto lo que sugiere don Andreu es que hasta hoy la propiedad privada y los contratos voluntarios, es decir, los ingredientes fundamentales del mercado, no padecían restricciones desde las Administraciones Públicas. Como esto es claramente falso ¿qué quiere decir con un nuevo equilibrio entre Estado y mercado?

El 30 de noviembre escribió el socialista Jordi Sevilla en El Mundo una cosa obvia que se les ha escapado a don Juan Luis y a don Andreu en sus ficciones acerca de un Estado excesivamente adelgazado por las bárbaras acometidas del liberalismo: "El peso del sector público en la economía ya es muy elevado".

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