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Carlos Sabino

Chávez y el “neoliberalismo”

El presidente de Venezuela se complace en asistir a todos los foros internacionales para decir tres cosas: primero, que esos foros no sirven para nada, segundo, que el actual “modelo neoliberal” es el responsable de la pobreza del mundo y, finalmente, que él fue víctima de un golpe de estado el 11 de abril.

De las tres afirmaciones sólo la primera tiene algo de verdad, aunque se trata de una verdad que a los venezolanos nos resulta bastante amarga: si esas conferencias y asambleas internacionales constituyen una pérdida de tiempo, ¿para qué asiste él a todas, sin excepción, y repite siempre lo mismo? ¿Por qué, además, concurre en su propio avión, un costoso aparato que costó al país unos 80 millones de dólares, acompañado de un séquito de decenas de personas, gastando sin mesura los dineros públicos? El afán del protagonismo internacional de este “revolucionario” nos cuesta mucho a todos y parece una burla hacia los trabajadores y los desempleados venezolanos, que hoy viven una de las peores situaciones económicas imaginables.

Porque ese derroche de Chávez, como tantos otros, se produce en medio de una crisis fiscal que, sin exagerar, podemos calificar como pavorosa. Este gobierno, que dilapidó velozmente los ingresos provenientes de los altos precios petroleros y que, además, se endeudó hasta el límite con la banca nacional, se encuentra desde hace unos meses en una situación de virtual cesación de pagos. Sus ingresos, ahora, no cubren siquiera el 50% de los gastos programados, que incluyen un fuerte componente por amortización de deuda pública, y por eso se ha adoptado una política financiera despiadada que hasta ahora sólo ha servido para generar pobreza.

Los impuestos han subido, especialmente aquéllos que más afectan al consumidor común, mientras se ha dejado deslizar el valor del dólar para que el gobierno pueda tener más recursos en bolívares con los que pagar sus compromisos: la moneda norteamericana valía 760 bolívares en enero mientras que ahora hacen falta 1.500 bolívares para comprar un dólar. La inflación, por supuesto, también se ha disparado: los precios han subido un 20% en este mismo período, mientras todos los sueldos permanecen rigurosamente estáticos, ocasionando una pérdida de poder adquisitivo que, para todo el 2002, será superior al 40%. Entretanto, en un clima político enrarecido, el producto interno baja un 10%, las empresas cierran y aumenta consecuentemente el desempleo, que ronda ya la cifra del 20%.

No es fácil saber qué tiene en la cabeza Chávez cuando habla del “modelo neoliberal” al que hace responsable de todos los males del planeta, pero la pregunta nos surge de inmediato a los venezolanos: ¿hay algo peor que el “modelo Chávez” de irresponsabilidad fiscal, deudas, devaluaciones y estancamiento económico aplicado por el histriónico caudillo? ¿Hay algo peor que la miseria creciente, la inseguridad y el más desembozado intervencionismo estatal?

Por último, y para concluir con esta trilogía de mentiras, debemos referirnos, aunque sea de pasada, a los trágicos sucesos del 11 de abril. Es cierto que ese día el alto mando militar de las Fuerzas Armadas desconoció el poder del presidente, con lo que de algún modo se rompió el hilo constitucional en el país. Pero es necesario recordar que los militares que tomaron esa decisión lo hicieron porque una marcha de un millón de personas que pedía la renuncia inmediata del presidente estaba siendo disuelta a tiros por francotiradores colocados por el gobierno y porque Chávez había ordenado al ejército ejecutar esa sucia tarea, que éste gallardamente se negó a cumplir. El desconocimiento de los militares, entonces, no fue hacia un gobierno democrático y legítimamente constituido, sino hacia la violencia y el asesinato que se promovía desde la propia sede del poder y del cual se los quería hacer cómplices.

No es posible predecir cómo habrá de resolverse, y cuándo, la compleja crisis que vive Venezuela. Lo que es seguro es que las mentiras y las amenazas del aprendiz de tirano que tenemos por presidente sólo sirven, en estos momentos, para aumentar la irritación y la desesperanza de la gran mayoría de la población.


Carlos Sabino es corresponsal en Caracas de la agencia © AIPE.

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