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Carlos Semprún Maura

Andar por casa

Exactamente lo contrario de lo que afirman los políticos y los medios mil veces al día: los USA, por culpa de Bush, y Reino Unido por culpa de Blair, estarían por los suelos

El Parlamento francés, a finales del año pasado, ha votado dos leyes fundamentales que consolidan la democracia y constituyen un modelo universal que hasta los nuevos golpistas de Perú deberían adoptar. La primera condena a nada menos que a un año de cárcel las palabras –escritas o difundidas por los medios– y consideradas insultantes para los homosexuales y los minusválidos. No está muy claro cómo va a aplicarse dicha ley, y si voy a poder seguir tratando a mi amigo Campillo de "cojo de mierda", y él a mi de "tuerto cabrón"; o si "pedé comme un phoque" o "maricón de playa", pronunciados durante una sobremesa, también merecen la cárcel. Es, se vea desde donde se vea, una censura imbécil.
 
Ya tuve la ocasión de precisar aquí que el apellido femenino no existe. En Francia, como en muchos otros países, las señoras llevan el apellido de su marido, de su padre, o de su abuelo. Los apellidos son siempre masculinos. Por lo tanto la nueva ley que autoriza a las personas, a partir de este 1 de enero, a elegir "el apellido del padre, o de la madre", es pura farsa. Las madres no tienen apellido propio. Por ejemplo: Semprún (lo mismo sería Dupont), es el apellido de mi padre y Maura (o Durand) el de mi abuelo. Sólo los varones, y desde hace siglos, tienen derecho a apellido, y esta estúpida ley para "la igualdad de los sexos", da gato por liebre.
 
También farsa, pero ritual y presidencial, fue la intervención del Presidente Chirac el 31 de Diciembre. Para solucionar las catástrofes naturales, como la acaecida en Asia, propone la creación de un "cuerpo de intervención rápida", algo parecido a los "cascos azules" de la ONU, pero "ecológico". Cuando uno recuerda la ineficiencia de dichos "cascos azules" en el Líbano, en Liberia y en tantas otras regiones del mundo, crece nuestro escepticismo. Prometió, asimismo, que la consulta sobre la Constitución europea tendría lugar antes del verano, que la lucha contra el paro seguiría siendo prioridad gubernamental –y el paro sigue aumentando–; y que se mantendría la "disminución de los impuestos" –cuándo éstos han aumentado de nuevo–. Este señor no cesa de prometer sombreros a decapitados.
 
El mismo día 31, el economista Jean-Paul Fitoussi, publica enLe Mondeun artículo pesimista sobre los malos resultados de la zona euro. Estos últimos quince años, escribe: "el peso relativo de la zona euro ha disminuido un 16 por ciento en relación con los Estados Unidos, y un 9 por ciento en relación con el Reino Unido". Exactamente lo contrario de lo que afirman los políticos y los medios mil veces al día: los USA, por culpa de Bush, y Reino Unido por culpa de Blair, estarían por los suelos. Y añade: "lo que más irrita es el autobombo y la arrogancia con la que se expresan los responsables europeos, afirmando que llevan razón y ordenando a los gobiernos lo que tienen que hacer". Si su análisis, severo, es desgraciadamente cierto, las soluciones que apunta no me convencen, como cuando, por ejemplo, declara que hay que aumentar los poderes del Parlamento europeo. Si los antiguos sólo demostraron ineficiencia, el actual además de ineficiencia, ha demostrado intolerancia. Feliz año, pese a todo.

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