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Carlos Semprún Maura

Armas contra petróleo

Los mismos protestan al mismo tiempo porque nada se sabe de lo que ocurre en Guantánamo y porque se sabe que se tortura.

El presidente Chirac, rodeado de ministros, y sobre todo de grands patrons franceses, ha declarado en Ryad que la democracia saudí es un ejemplo para todo el mundo arabomusulmán. En ese país las mujeres siguen siendo personas de cuarta categoría ­–salvo las princesas, pero en Londres–, los sindicatos están prohibidos, no existen elecciones libres –salvo sus caricaturas municipales– ni libertad de expresión. No seguiré declamando la lista de los grandes adelantes democráticos en Arabia Saudí. Lo que queda claro es que este país teocrático sólo puede ser un ejemplo para Chirac, quien no hace tanto loaba el régimen laico y progresista de Sadam Husein –¿no era el más fiel aliado de la URSS?–. Claro, no se trata de esto, son palabras presidenciales, plumas al vento, lo más importante es vender aviones Dassault, tanques y cohetes Matra y algunas sabrosas cositas más, a cambio de petróleo. Bueno, lo de "a cambio" es un decir, porque si efectivamente el petróleo es importante, vender lo es tanto o más. Sobre todo armas, porque como Francia no tiene ejército, al no tener mercado interior armamentista tiene que exportar y, ¿a quien sino a las grandes democracias como Arabia Saudí hoy, e Irak ayer?

A propósito de Irak y de ese mundo arabomusulmán en general, noto con creciente indignación el éxito rotundo de la campaña de agit-prop antiyanqui que estas semanas se cierne en torno al tema de la "tortura". Vemos así como los malos tratos en la cárcel de Abu Ghraib, castigados por la Justicia militar norteamericana, han anulado por completo las torturas sistemáticas y masivas de la tiranía de Sadam Husein y, de paso, todas las demás torturas sistemáticas e institucionalizadas, por así decir, en todas las dictaduras y tiranías habidas y por haber, incluyendo a Turquía. Y con Guantánamo, no digamos. El Socorro Rojo del ex KGB, Amnistía Internacional, ha llegado a calificar Guantánamo de gulag. 490 peculiares "prisioneros de guerra", en realidad civiles armados sospechosos de terrorismo, a quienes en otras guerras se les fusilaba, comparados a los millones de muertos en los campos siberianos. Hay que ser sinvergüenzas, pero claro, Amnistía Internacional jamás ha denunciado el verdadero gulag.

El aquelarre con Guantánamo es que esa masiva propaganda que impone a cualquier escribidor la cita obligatoria de las "torturas", incluso cuando de gripe aviar se trata, es perfectamente contradictoria, ya que los mismos protestan al mismo tiempo porque nada se sabe de lo que ocurre en Guantánamo y porque se sabe que se tortura. Para ello se basan en los testimonios de 4 o 5 liberados. Yo vi a uno de ellos, presentado solemnemente por Amnistía Internacional, declarar que había sufrido la peor de las torturas: la soledad. A los liberados con pasaporte francés que vuelven a Francia, después de su "rodeo" por Afganistán, se les detiene. Claro, habiendo sido liberados de Guantánamo, si no han cometido delito alguno en Francia, al cabo de varios meses en chirona se les excarcela. Dos que actuaron como estrellas de cine en Berlín, porque denunciaban el imperialismo yanqui, al volver a Londres cubiertos de laureles fueron detenidos en el acto. En resumidas cuentas, todo esto es propaganda embustera, falacias y calumnias, pero funciona. Pese a la gigantesca barrera inquisitorial que censura las informaciones verídicas, las intervenciones de la justicia norteamericana, todo lo que podría contrarrestar eficazmente dicha propaganda, yo considero a la Casa Blanca demasiado timorata en este asunto, a la defensiva; no denuncia lo suficiente esa propaganda que aplaude el terrorismo islámico de Hamas y "condena" a Bush como criminal de guerra.

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