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Carlos Semprún Maura

Choriceos ambientales

Intentar prohibir los tan resistentes y eficaces productos transgénicos es de aquelarre, especialmente en un momento en el que tenemos entre manos una crisis alimenticia con aumentos olímpicos de los precios.

La semana pasada, la secretaria de estado de Ecología, Nathalie Kosciusko-Morizet, armó un escándalo al calificar de cobardes en un artículo de Le Monde a su ministro Jean-Louis Borloo y al jefe del grupo parlamentario de la UMP, Jean-François Coppéde. La razón es que, según ella, no habían defendido con suficiente firmeza las leyes anti OGM (organismos genéticamente modificados) en discusión en la Asamblea Nacional. El primer ministro, François Fillon, le exigió disculpas públicas, que se apresuró a manifestar. Lo malo de este episodio es que ha demostrado que Kosciusko-Morizet se cree lo de la "ecología" y la nocividad de los productos transgénicos, productos que desde hace años nutren a miles de millones de personas, y han contribuido a evitar la hambruna en China y en la India, por ejemplo, y eso hace ya 15 o 20 años.

En los sepelios de los gangsters, cuando se entierra a un capo asesinado, sus asesinos no sólo envían coronas de flores a granel, sino que asisten al sepelio de su víctima, y dan emocionados pésames a la viuda. Pues bien, parece que Kosciuesko-Morizet también se cree lo del entierro mafioso, calificado aquí de Grenelle de l’environnoment (o del medio ambiente), con el que Sarkozy quiso aparentar haberlo hecho todo, sin hacer nada. Así aparentaba tener en cuenta la gigantesca superstición popular sobre lo del clima, el medio ambiente y demás estafas y, de paso, "archivar" a J. L. Borloo en un Gran Ministerio perfectamente inútil.

Intentar prohibir los tan resistentes y eficaces productos transgénicos es de aquelarre, especialmente en un momento en el que tenemos entre manos una crisis alimenticia con aumentos olímpicos de los precios. Dicho sea de paso, lo de convertir el trigo en gasolina también es un aquelarre.

Le Monde está en crisis, de nuevo. La redacción ha decidido una huelga de 24 horas, para protestar contra el "plan social" de la dirección, que se concreta con el despido de 130 personas. Los tumbos y desastres de Le Monde vienen de lejos. Después de las ambiciones "imperialistas" de Jean-Marie Colombani, ex director, que fueron desastrosas, la actual dirección tiene una política contraria, de venta de títulos del Grupo y de ahorro, y por lo tanto, despidos, que puede ser aún más catastrófica. Un diario no es un asunto meramente contable, tiene que tener alma, tiene que tener lectores, y ese vespertino los tuvo, pero mientras siga siendo ese bodrio aburrido, seguirá perdiéndolos.

N.B. Lo siento, pero Nicole Muchnik se equivoca. Carla Bruni no es la hija de su padre, sino de un amante brasileño de su madre.

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