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Carlos Semprún Maura

Cine y pelas

Dentro de un par de días, el 16, se celebrará el Festival de Cine de Cannes, con dos miedos sentados en las butacas. Primero, el miedo a la neumonía atípica asiática, ya que varias delegaciones orientales van a asistir el certamen; y luego el miedo o, más bien, el odio a los USA. Toda la prensa gala, no se sabe muy bien si lamentándolo o regocijándose, anuncia que este año, los USA, han boudé (ignorado) dicho festival, debido a la cruzada francesa contra su país. Pues resulta que –ante la imbecilidad de la “excepción cultural francesa” en materia de cine, copiada por varios países europeos, y defendida a ultranza tanto por la derecha como por la izquierda– los norteamericanos han encontrado la parada y el estoque: se han puesto a producir películas europeas. Así, cuando en todos los canales de televisión, pongamos, en los que se ha impuesto un límite drástico a las películas y telefilms yanquis, estos, tan tranquilos, cobran sus royalties, puesto que varias y cada vez más, películas francesas, españolas, etcétera, son suyas. Son su propiedad.

Me han dicho que el Oscar de Almodóvar para su película Hable con ella, se debía esencialmente a que era una producción norteamericana. No sé, pero en cambio el cartel de la película “francesa” que abrirá dicho Festival, es el siguiente: Fanfan la tulipe, director Gerard Krawczyk, con Penélope Cruz y Vincent Pérez, producida por Turner Classic Movies. Ustedes dirán si puede haber obra más cosmopolita, y les ruego que me crean cuando afirmo que eso para mí, nada tiene de peyorativo, al revés. A fin de cuentas, algunos de los mejores westerns, genero típicamente norteamericano (Sergio Leone fue un farsante), fueron realizados por judíos alemanes y austriacos, que se habían escapado del nazismo. Mientras, más de la mitad de los cineastas franceses de la época colaboraban con la productora nazi, UFA. Este Fanfán, el tulipán es un remake, como se dice ahora en Valdepeñas, de la película de Christian-Jacques, con Gerard Phillip y Gina Lollobrigida. Eran otros tiempos.

Comentando con amigos franceses esta habilidad de los productores hollywoodianos para superar las barreras aduaneras, con su peculiar caballo de Troya, y producir directamente películas europeas, me dijeron: “Pues, muy bien, ellos aportan su dinero y nosotros nuestro talento”. Pero, ¿qué talento? Hace tiempo que sabemos que la famosa “nueva ola”, fue, en realidad, la última. Además, y sobre todo, con la máscara de la cultura y de la creación nacional, de lo que se trata es de proteger artificialmente un mercado con medidas autoritarias. Está visto que es imposible, la mundialización constituye una realidad imparable.

Estamos en vísperas de la gran jornada nacional de protesta de los funcionarios de todas las clases contra los proyectos de reforma de las pensiones. Como todos los medios anuncian con antelación que no habrá aviones, trenes, metro, autobuses, correo, hospitales, etcétera, este 13 de mayo, aniversario del golpe militar de Argel, a favor de la Argelia francesa, será muy difícil saber exactamente quién se ha quedado en casa, por si las moscas, y quien ha hecho huelga. Veremos.


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