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Carlos Semprún Maura

¿Cómo se escribe GAL, en corso?

Yo sí que “me entero por la prensa”, no como aquel, el político más embustero de España, en donde pululan, pero es cierto que el asesinato sistemático, en Córcega, de todos los dirigentes de “Armata Corsa”: Jean-Michel Rossi y Fratacci, el año pasado; François Santoni, Giuntini, los dos Marcelli, este año, Nicolas Montigny, ayer, y seguro que me olvido de algún muerto más, ya puede el Gobierno y sus magistrados y policías aux ordres calificar dichos crímenes de meros ajustes de cuentas entre bandidos, sin incidencias políticas, nadie se lo cree. Bandidos lo son todos, nacionalistas y terroristas lo son todos, independentistas lo son todos, como lo acaba de repetir Talamoni, la prima donna corsa, en las negociaciones con Matignon: “claro, estos acuerdos con el Gobierno, sólo son un primer paso. Nuestro objetivo sigue siendo la independencia”.

Entonces ¿por qué se mata sistemáticamente a una fracción del nacionalismo radical corso? Por el reparto del botín y del poder, desde luego, y no es la primera vez que se matan entre terroristas mafiosos, esa guerra sucia viene de lejos. Lo nuevo, lo que me recuerda a los GAL felipistas, es la complicidad, apenas disimulada, del Gobierno francés en estos crímenes, porque quiere obtener resultados “positivos”, antes de las elecciones de 2002.

La corresponsal en España de Le Monde, Marie-Claude Descamps, parece indignarse, vale la pena notarlo, ya que es la primera vez –reservaba su ira al Gobierno y al PP– porque ETA exige ahora el pago del “impuesto revolucionario” en euros. Tiene su lógica, su “tesoro de guerra”, obtenido por extorsión de fondos, acompañado de amenazas de muerte y asesinatos, se amontona en sótanos, pero en pesetas –o en francos, que también extorsionan en Francia–, o sea, en billetes que dentro de poco no tendrán ningún valor. Me pregunto si eso va a plantear problemas a los desgraciados organizadores del Festival de San Sebastián. Ya tenían preparadas sus maletas forradas de pesetas, para subvencionar los asesinatos de ETA, el sueldo de sus matones profesionales, y cosas así, tan cinematográficas, y de pronto ¡zás! ETA les exige euros.

Los hijos no son responsables de las opiniones políticas de sus padres, pero yo imagino cómo se hubiera utilizado este dato familiar, si Lionel Jospin hubiera sido un líder de la derecha. Su padre, Robert Jospin, fue de esos socialistas que consideran la guerra la peor de las catástrofes, peor incluso que el nazismo, y se hizo “petainista”, y fue nombrado consejero municipal por el Gobierno de Vichy. Después de la guerra, fue expulsado del PS, por “colaboracionista”, pero no se calló, formó parte de los “revisionistas”, o sea, de aquellos que negaban el holocausto de los judíos en los campos nazis. Menudo pájaro. Su hijo, Lionel, le admiraba mucho, según un libro reciente, sobre la familia Jospin.

Uno tras otro, los intentos por “ajusticiar”, bajo cualquier pretexto, al presidente Chirac se desinflan, lo que provoca iracundos pataleos en Le Monde. Roland Dumas, en cambio, se ve envuelto en un nuevo pleito, en relación esta vez con supuestas estafas y comisiones ilegales en la venta póstuma de unas estatuas del genial Giacometti.

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