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Carlos Semprún Maura

¿Cuántos cascabeles tiene tu caballo?

En el menú televisivo y electoral de este domingo, tuvimos un caldo sabroso, no muy espeso, de Philippe Douste-Blazy, que apoya a Chirac desde la primera vuelta, lo cual enfurece a F. Bayrou; un error del cocinero con un pescado congelado (no se debería servir jamás pescado congelado) de Lionel Jospin, y el plato de resistencia, con Valery Giscard D’Estaing. De postre, Daniel Cohn-Bendit. De vino, nada. El ex Presidente francés y actual presidente de la convención europea, no quiso entrar en detalles sobre las próximas elecciones, quiso hablar de Europa, y lamentó que ninguno de los principales candidatos, o sea Chirac y Jospin, haya hablado aún de los problemas europeos, lo cual es cierto, como también lo es que los corresponsables de la política francesa, durante su presidencia de la UE, lo congelaron todo y lo tiraron ambos a la basura en la Conferencia de Niza. Algunos opinan que esa es una de las consecuencias nefastas de la cohabitación, pero la realidad es que no saben muy bien qué decir.

En qué sentido utilizar Europa para ser elegidos. Para llevar la contra, como es rito en la emisión, “France-Europe-Express”, se invitó a Cohn-Bendit. Este comenzó, curiosamente, loando con fervor el discurso de Giscard en Bruselas, el pasado jueves, 27 de Febrero, en la inauguración de dicha Convención, y cómo parecían estar de acuerdo sobre casi todo: la ausencia de democracia en las instituciones europeas, la necesidad de lograr una supranacionalidad europea, las dificultades para definir qué seguirá siendo de la incumbencia de cada estado, y que pasará a manos del gobierno europeo, etc... A Cohn-Bendit le dijeron que no cumplía con su papel de opositor de extrema izquierda pálida, o sea, verde y lanzó algunas frases demagógicas sobre inmigración, la lucha contra el clima, o a favor, etc. ¡Como si una reunión de ministros, o de comisarios pudiera planificar la lluvia y el sol! Además, los científicos repiten, tozudos, que el dichoso calentamiento del planeta comenzó a principios del siglo XX, cuando aún no había coches, ni industrias petroquímicas.

Toda la demagogia ecologista puede resumirse en su voluntad de aumentar los impuestos, mediante todo género de ecotasas. Curioso, cómo la izquierda arremete contra el candidato Chirac por haber presentado un proyecto de reducción de impuestos cifrado en un 5%, ahora, en 2002. ¡Mentiroso! ¡Demagogo! ¡Es imposible! Aúllan los sociatas, cada vez más frenéticos. ¿Por qué, entonces, si fuera imposible, la disminución de impuestos figura en todos los programas electorales de izquierda, salvo en el de los Verdes? No sólo afirman que van a hacerlo, sino que ya lo han hecho. Lo cual es mentira, los impuestos no han disminuido, los directos siguen igual de altos, y los indirectos han subido mucho.

El candidato comunista, a Robert Hue, por su parte, se inquieta mucho por el “viraje a la derecha” del camarada Jospin, ve la sombra del vampiro Blair, chupando la sangre de los trabajadores franceses ¿no ha declarado varias veces que su programa no era socialista? Y no lo es, es socialburócrata. Pero estos matices escapan al empantanado Hue, no figuran en sus libros de texto.


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